Primero fueron los tunecinos con su revolución de los claveles y ahora son los egipcios los que han tomado el testigo con el día de la ira. Unos y otros han salido a las calles clamando por la democracia y el fin de las dictaduras que sacuden a ambos países desde hace más de veinte años. Las consecuencias no se han hecho esperar. Ni por el lado político. Ni por el económico.
Fuente: noticias.com, El Economista
Jose
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