La que debía ser la primera vela solar de la historia, la nave Cosmos 1, fue lanzada desde el submarino nuclear ruso Borisoglebsk el pasado 21 de junio en el Mar de Barents. Sin embargo, el misil balístico Volná ("ola"), modificado para poner en órbita satélites, sufrió un fallo y la nave se destruyó. Es un duro golpe para este proyecto, financiado de forma privada por la Planetary Society, organización sin ánimo de lucro fundada por Carl Sagan que se dedica a promover la exploración de nuestro sistema solar y de la cual me declaro orgulloso socio.
La elección de este curioso lanzador se debía al dinero, ya que el Volná era mucho más barato que un cohete espacial convencional. En virtud de los acuerdos de desarme nuclear, Rusia debe deshacerse de muchos misiles balísticos intercontinentales, así que ha decidido eliminarlos de la manera más inteligente: usarlos como lanzadores espaciales, ganando en el proceso un dinerillo fresco. Lástima que estos misiles reconvertidos no estén a la altura de otros cohetes.
Pese al fracaso, prefiero quedarme con el mensaje que transmite el lanzamiento en sí: hace veinte años hubiera sido inimaginable que el mismo misil que antaño llevaba varias cabezas nucleares para atacar los Estados Unidos, hoy en día haya sido utilizado para poner en órbita una nave espacial financiada mayoritariamente con capital americano.
Aquí se puede ver el video del lanzamiento.
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