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Sunday, August 14, 2005

Cuando los científicos juegan sucio

Sigue la polémica entre Mike Brown, el descubridor del "décimo planeta", 2003 UB313, y el equipo del astrónomo español José Luis Ortiz por el descubrimiento de otro objeto del Cinturón de Kuiper, 2003 EL61, otro gran transneptuniano, aunque más pequeño que Plutón. Resulta que Ortiz publicó su descubrimiento el 29 de julio, y poco después Brown afirmó que llevaba observándolo ya varios meses, pero que no lo había hecho público porque estaba esperando más observaciones del telescopio espacial Spitzer. Al perder la exclusiva del descubrimiento, decidió desvelar la existencia de 2003 UB313 por miedo a que algún otro astrónomo se adelantase y le quitase el mérito. Hasta aquí todo normal: una historia más de descubrimientos astronómicos.

La polémica surgió cuando Brown insinuó sin mucha sutileza que el descubrimiento de Ortiz era un "robo" informático, ya que los archivos de las observaciones del telescopio de su equipo estaban a disposición de cualquiera en Internet (algo completamente normal, por otra parte), por lo que quizás algún miembro de equipo de Ortiz usó esta información para descubrir 2003 EL61. Aunque posteriormente Brown se ha retractado de estos comentarios, ya había arrojado la duda sobre el descubrimiento de Ortiz y muchos medios de divulgación americanos se lanzaron a criticar abiertamente la conducta del astrónomo español.

Alguien debería explicar a Brown que su conducta es la que merece ser condenada, pues aunque Ortiz hubiese usado los datos de 2003 EL61 (cosa que no sucedió), hubiese estado en todo su derecho, pues la comunidad astronómica funciona así. Cualquier nuevo objeto descubierto debe ser puesto en conocimiento de dicha comunidad inmediatamente, o al menos en un breve plazo de tiempo y no esperar meses para poder así acaparar el máximo de gloria posible. Por si fuera poco, Brown ya se había comportado de forma similar con el descubrimiento de Sedna y Quaoar, otros transneptunianos, y los había anunciado al público cuando estos cuerpos estaban en conjunción solar, es decir, cuando nadie más los podía observar. En palabras de Ortiz:


"Este secretismo le servía a Brown para poder estudiar los hallazgos en detalle
y en exclusiva, lo que va en contra del beneficio de la ciencia y no sigue los
cauces establecidos, que implican comunicar la existencia de un objeto nuevo en
cuanto se descubre"


Brown se ha dejado llevar por su afán de notoriedad y se ha comportado como un ejecutivo agresivo en una empresa privada, no como un astrónomo. Casos como este son un peligroso precedente para la astronomía y la ciencia en general...esperemos que no cunda el ejemplo.

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