El tres de agosto del próximo año se mandará a Marte la siguiente misión de aterrizaje de la NASA: Phoenix.
Su curioso nombre se debe a que se trata de la reencarnación de la malograda Mars Polar Lander, que se estrelló en el polo sur marciano en 1999 por motivos no del todo claros, aunque se supone que el bajo presupuesto destinado a la misión fue el culpable de que no se probaran adecuadamente los cohetes de frenado por lo que la sonda se precipitó contra el suelo desde una gran altura al apagarse dichos cohetes antes de lo debido. Tras este accidente, la Mars Surveyor 2001, una misión muy similar, fue cancelada, no sin antes construirse parte de la nave, partes que han sido reutilizadas en el Phoenix. Los cambios frente a sus predecesoras no son muchos: se ha introducido una antena similar a la de los MERs y un brazo robot más largo. Básicamente incorpora la misma instrumentación que la Polar Lander, aunque se le ha añadido el instrumento diseñado para la Mars Surveyor 2001: MECA (Microscopy, Electrochemistry and Conductivity Analyzer) que será el primer aparato desde las misiones Viking en los 70 en estudiar las condiciones que presenta Marte para el desarrollo de la vida.
Otra diferencia fundamental frente a su antecesora es que aterrizará en el polo norte en vez de en el sur, ya que se ha detectado la presencia de hielo cerca de la superficie en este área, así que las probabilidades de detectar materia orgánica compleja (y vida) son mayores. Muchos ven en esta sonda fija un retroceso frente a los rovers y creo que tienen razón, ya que uno de los factores en la aprobación de Phoenix fue que saldría más barata que otra misión nueva, aunque dudo que un vehículo similar a Opportunity o Spirit fuese más costoso.
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