El otro día tuvo lugar un hecho insólito: un representante de la Agencia Espacial federal Rusa, más conocida como Roskosmos, desautorizó a Nikolái Sevastianov, presidente de la poderosa empresa Energía a cuenta de los planes de misiones lunares anunciados por esta compañía. No es la primera vez que sabemos de las diferencias entre los objetivos de ambas organizaciones, pero sí la primera que Roskosmos se atreve a enmendar la plana al presidente de Energía. En otros países con agencias espaciales, esta noticia no tendría más trascendencia, pues evidentemente las agencias espaciales estatales tienen mucho más poder político que las compañías subcontratadas. Como ejemplo, la NASA es la encargada de gestionar la política espacial estadounidense (con la vigilancia de la administración y el congreso, naturalmente) y sería impensable que una compañía privada contratada por la NASA se atreviese a insinuar públicamente el rumbo que debe tomar el programa espacial. Sin embargo, esto es normal en Rusia, donde las empresas tipo Energía o Khrunichev son en realidad verdaderos conglomerados industriales que supervisan tanto la política espacial como el diseño y construcción de equipos aeroespaciales. En concreto, Energía heredó del difunto sistema soviético la gestión de prácticamente la totalidad del programa espacial tripulado ruso, lo que la convertía en una agencia espacial de facto. Los caóticos años de desgobierno de Yeltsin confirmaron esta posición hegemónica de Energía, posición que la antigua Agencia Federal Aeroespacial Rusa (RKK) no se atrevía a cuestionar. Los tiempos han cambiado y el actual gobierno federal ruso es mucho más fuerte que hace una década, lo que ha propiciado que Roskosmos pueda ejercer cierto grado de influencia sobre los conglomerados industriales que forman el programa espacial ruso, aunque aún dista mucho de ser una organización como la NASA. Roskosmos ha enseñado los dientes a Energía y se ha atrevido a dejar en suspenso el proyecto favorito de esta empresa, el minitransbordador Klíper. Por lo visto también se están enfrentando en el asunto de la nueva Soyuz que debería diseñarse en colaboración con Europa, proyecto que Energía pretende acaparar. La gota que ha colmado el vaso ha sido el anuncio por parte de Energía de los nuevos planes lunares rusos, que incluían una posible colaboración con la NASA. Roskosmos se ha apresurado a desmentir que estos planes sean oficiales, pero ahora se abre una etapa de lucha por las decisiones políticas que afectarán al futuro del programa espacial ruso. Estaremos atentos.
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