Los entusiastas clamaban que las empresas privadas eran las que habían conseguido diseñar proyectos revolucionarios en la astronáutica, como el cohete Pegasus o los propulsores de combustible sólido del transbordador. Estos entusiastas suelen olvidarse que estos proyectos han sido financiados y desarrollados con sumas ingentes de dinero público, principalmente por Departamento de Defensa.
El caso es que me estaba yo acordando de una serie de proyectos que iban a abaratar el acceso al espacio y que no paraban de aparecer en el Discovery Channel, ¿qué fue de ellos?:
- Kistler K-1: un interesante cohete de dos etapas reutilizable que incorporaba motores de fabricación rusa (NK-33 y NK-43), con una capacidad en órbita baja de 4'5 toneladas y que debía ser lanzado desde Nevada o Woomera (Australia). La propia NASA participó en el proyecto financiando proyectos de investigación en microgravedad, pero como la compañía no cumplió los plazos, la agencia se retiró discretamente (tras haber desembolsado los dineros, claro está). Poco después, la compañía Rocketplane Kistler entró en bancarrota, aunque en 2006 la empresa Alliant Techsystems se hizo cargo del proyecto y ha declarado que el K-1 sigue vivo. Veremos...
- Roton: proyecto ambicioso de nave tripulada SSTO (Single Stage To Orbit, usease, de una sola etapa) que incorporaba aspas parecidas a las de un helicóptero para aterrizar. Los documentales del Discovery Channel decían que el primer lanzamiento tripulado era inminente...todavía estamos esperando. Y seguiremos esperando, pues la compañía Rotary Rocket Inc. entró en quiebra y desapareció en 2001.
Hay varios más, pero estos eran los más significativos y prometedores. Sin duda, la iniciativa privada es fundamental e ilusionante, pero estos fracasos nos enseñan que lo peor que podemos hacer es infravalorar los riesgos y costes del acceso a la órbita baja.
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