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Sunday, January 27, 2008

Algunos números...

Personalmente siempre he pensado que el debate entre los partidarios de la exploración del espacio mediante seres humanos y aquellos que defienden el uso de satélites o sondas no tripuladas parte de una serie de suposiciones falsas que pueden llevar a conclusiones equivocadas. Naturalmente, hablamos aquí del programa espacial de los EE UU, pues tanto Rusia como China tienen programas de exploración mediante sondas muy limitados. En Europa, ya que el programa tripulado tiene un peso bastante reducido, no creo que exista un debate real sobre el tema, salvo en el Reino Unido, donde hace años que optaron por no participar en misiones tripuladas.

El argumento de los partidarios de la exploración no tripulada es que con el presupuesto destinado a la ISS o el transbordador se podrían mandar decenas de sondas y explorar todo el Sistema Solar, así como multitud de telescopios espaciales que cubrirían todas las longitudes de onda. Sin duda es verdad, pero creo que la falsa suposición de partida es pensar que si los EE UU abandonasen su programa espacial tripulado, este dinero se repartiría entre los científicos para que mandasen al espacio telescopios y sondas. En cierto modo es una versión menos demagógica del famoso "menos espacio y más comida para los pobres".

Como es sabido, el origen del programa espacial tripulado tiene sus raíces en la Guerra Fría, por lo que siempre se ha considerado una prioridad estratégica del país. Los EE UU jamás abandonarán este programa mientras otros países tengan esa capacidad, así que la posibilidad de repartir el suculento botín de las misiones tripuladas entre la comunidad científica no es más que una quimera.

Son muchos los que se olvidan que el programa de exploración mediante sondas también tuvo su origen en la Guerra Fría. Tengo la impresión de que muchos científicos y analistas creen que los miles de millones de dólares necesarios para desarrollar sondas espaciales surgieron de la nada. Aparte del prestigio internacional, factor muy infravalorado en los análisis de la exploración espacial cuando se habla de los EE UU, el gran impulso para la investigación espacial vino de la mano del programa tripulado. La primera generación de sondas espaciales americanas, las Ranger, Lunar Orbiter y Surveyor, recibieron financiación en gran parte porque se consideraba imprescindible explorar la Luna de forma automática antes del Apolo.

Sin una Unión Soviética lanzando naves a la Luna, Venus y Marte, ¿habría existido la segunda generación de sondas?. Sinceramente, veo difícil que todas las Mariner, Pioneer, Voyager y Viking hubiesen sido aprobadas fuera del marco de confrontación con la URSS.

De hecho, hay quienes piensan justo lo contrario: para que exista un programa de exploración espacial automático plenamente desarrollado debe haber también un programa tripulado que genere la capacidad tecnológica y el impulso político necesario para invertir grandes sumas en el espacio.

Sin embargo, soñar es gratis, así que podemos ver los costes de algunas misiones tripuladas y compararlos con las no tripuladas (las cifras son aproximadas):
  • El transbordador espacial: 150 mil millones de dólares. Esta cifra es muy ambigua, pues se trata de un programa tremendamente complejo y con una historia de más de treinta años a sus espaldas.
    • 500-1300 millones de dólares: una misión del transbordador. El cálculo exacto es prácticamente imposible.
  • La ISS: 40 mil millones de dólares. Esta es la cifra "oficial", aunque si tenemos en cuenta las misiones del transbordador dedicadas a su construcción, los retrasos y los ajustes de la inflación, la cifra real ronda los 100-130 mil millones de dólares. Este proyecto se ha salido tanto de la escala presupuestaria que son muchos los que piensan que con el dinero invertido en él podríamos haber viajado a Marte.
    • 21 mil millones: el coste del montaje de la ISS en el periodo 1995-2005, de los cuales:
      • 13 mil millones: EE UU.
      • 2510 millones: Rusia.
      • 2460 millones: Europa.
      • 2360 millones: Japón.
    • 3000 millones: el módulo japonés Kibo.
    • 1400 millones: el laboratorio Destiny.
    • 1000 millones: el módulo europeo Columbus.
    • 719 millones: lo que ha pagado la NASA a Rusia por el uso de las naves Soyuz y Progress de 2007 a 2011.
    • 200 millones: lo que pagó EE. UU. por el módulo Zaryá, lo que se dice una ganga.
  • Turista en una Soyuz: 20-40 millones de dólares.

Ahora veamos algunos costes de misiones no tripuladas (he puesto algunas misiones europeas por comparación):
  • Hubble: 5-6 mil millones de dólares (no incluye las misiones de mantenimiento del transbordador).
  • Cassini: 3260 millones de dólares, de los cuales 422 millones corresponden al cohete (Titan IV). La sonda más cara jamás construida (¡pero qué bonitas fotos!).
  • Telescopio Chandra: 2500 millones.
  • Galileo: 1350 millones, sin incluir los gastos del lanzamiento por el shuttle.
  • MERs: 800 millones (los dos rovers y los dos lanzadores).
  • MRO: 720 millones.
  • New Horizons: 650 millones.
  • MESSENGER: 446 millones (incluyendo el cohete lanzador y las operaciones en tierra).
  • Phoenix: 325 millones.
  • Mars Express: 300 millones de euros.
  • Mars Pathfinder: 265 millones (incluye cohete).
  • Deep Impact: 240 millones.
  • Venus Express: 220 millones de euros.
  • Mars Global Surveyor: 210 millones.
Una primera impresión es que, aunque efectivamente las misiones tripuladas son mucho más caras, no hay tanta diferencia en el coste de la construcción de los vehículos en sí. Por ejemplo, un módulo de la ISS sale por unos mil millones, cifra comprable al precio de las dos misiones MER. Claro que podríamos discutir qué misión es más interesante o cuál genera más descubrimientos científicos, pero lo cierto es que la diferencia dista de ser abismal. Si además tenemos en cuenta misiones como la Cassini o el telescopio Hubble, la distancia con el programa tripulado disminuye. Efectivamente, el telescopio espacial ha costado casi la mitad del presupuesto de la NASA para el ensamblaje de la ISS entre 1995 y 2005, así que debemos ir quitándonos de la cabeza la idea de lanzar decenas de "Hubbles" con el dinero de la ISS.

Sin duda, lo racional es mantener ambos programas de forma equilibrada, aunque una vez visto cómo se derrocha el dinero en proyectos tales como la ISS, en ocasiones se hace difícil justificar una presencia humana en el espacio.

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