Los medios de comunicación tienen una relación difícil con Rusia y su programa espacial. En años pasados estábamos acostumbrados a escuchar declaraciones de intenciones por parte de políticos y representantes de la industria aeroespacial rusa sobre proyectos que nunca llegaban a ver la luz. Como resultado, se dejó de prestar atención a este tipo de anuncios. Sin embargo, en los últimos años, y de la mano de una espectacular recuperación económica, Rusia ha conseguido levantar cabeza y realizar alguno de esos proyectos que antes se daban por perdidos (GLONASS, Angará, etc.). Así las cosas, hemos pasado al extremo opuesto donde cualquier declaración acerca del programa espacial ruso se magnifica hasta extremos curiosos. El último ejemplo lo tenemos en la rueda de prensa de Alexéi Krásnov anunciando que Rusia desarrollará su propia estación espacial en 2020. La "noticia" ha recorrido la red inmediatamente de forma incomprensible y todo el mundo se ha hecho eco de ella. Francamente no entiendo a qué viene tanto alboroto. Estamos hablando de un proyecto que debería ver la luz, como muy pronto, dentro de una década y, en todo caso, tras el abandono de la ISS. Es decir, que todavía hay tiempo de sobra para que esta noticia se quede en un mero brindis al Sol. No alcanzo a entender que noticias más importantes, como la decisión de Roskosmos de desarrollar una nueva nave tripulada, pasen desapercibidas en Occidente y, sin embargo, noticias menores como ésta alcancen tamaña relevancia. Si hablásemos de China entendería la desproporcionada atención mediática, pero Rusia lleva construyendo estaciones espaciales desde hace cuarenta años, así que no le costaría mucho (tecnológicamente hablando) lanzar una nueva dentro de una década.
Rusia tiene ante sí una serie de desafíos mucho más acuciantes que la construcción de una estación espacial. Para empezar, debe desarrollar la familia de cohetes Angará, la cual permitirá unificar el caótico y obsoleto panorama de lanzadores espaciales en el país. El segundo desafío es la construcción del cosmódromo de Vostochni para lograr la independencia de Kazajistán en materia espacial. Por último, el desarrollo de una nave que sustituya a las Soyuz es un proceso clave para el futuro del programa espacial tripulado ruso. Comparado con estos retos, una estación espacial es un proyecto menor, si no intrascendente.
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