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Wednesday, October 14, 2009

Las baterías nucleares

En las primeras novelas de Isaac Asimov, escritas en pleno fervor de la "era atómica", todos los artilugios de la vida cotidiana estaban alimentados por un pequeño reactor nuclear. Con el tiempo, esa visión utópica de la energía nuclear como fuente de progreso para la sociedad se fue diluyendo hasta pasar al extremo contrario: odio, miedo, aversión, etc. La energía nuclear parecía que estaba en sus horas más bajas. Sin embargo, la semana pasada hemos visto hasta la saciedad noticias sobre unas nuevas baterías nucleares que prometen traer de vuelta esa era dorada anticipada por los clásicos de la ciencia ficción.

Y es en este punto donde yo no entiendo nada. ¿Acaso alguien ha inventado una nueva forma de energía? ¿Hemos logrado romper las barreras de la física para hacer posible lo imposible? Pues mucho me temo que no. La noticia es simplemente otro bulo mediático (y ya me estoy cansando) sacado de contexto y ampliamente exagerado.

Actualmente sólo existen dos formas prácticas (subrayo este término) para usar los materiales radiactivos con el fin de generar energía eléctrica: mediante reacciones de fisión nuclear o con la radiactividad natural de los elementos. En el primer caso -obviamente mucho más complejo- hay que construir un reactor nuclear y convertir el calor de la fisión en energía eléctrica, lo que requiere grandes instalaciones y enormes medidas de seguridad. En el segundo caso, nos basta con utilizar el efecto termoeléctrico para generar electricidad mediante termopares a partir del calor creado por los elementos radiactivos. Este método no genera tanta potencia, pero a cambio es más simple y seguro. Los aparatos que emplean este sistema se denominan generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG en sus siglas en inglés) y son conocidos por todos los aficionados a la exploración del espacio porque se usan para el funcionamiento de numerosas sondas espaciales.

Lo que ha ocurrido recientemente es que un grupo de investigadores de la Universidad de Missouri ha desarrollado una técnica basada en semiconductores líquidos que promete reducir el tamaño de los RTG, pero en ningún caso estamos ante la ansiada revolución asimoviana. Para empezar, la vida útil de la pila dependerá de la cantidad y tipo de radioisótopo empleado, porque, por ejemplo, no es lo mismo emplear Polonio 210 (preferido por los rusos) que Plutonio 238. Por eso me hace gracia que se diga que estas baterías no son peligrosas. Hombre, yo siempre he defendido el uso de RTG en el espacio, pero tampoco es cuestión de ir por la calle usando un teléfono con plutonio.

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