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Friday, December 4, 2009

Un Protón modificado y la reprimenda de Putin

Khrúnichev planea modificar el cohete Protón-M para que pueda colocar 6300 kg en una órbita de transferencia geoestacionaria en vez de los 6150 kg actuales. Para este fin, se deberá modificar ligeramente la etapa superior Briz-M. Un aumento de sólo 150-200 kg en la carga útil no es especialmente llamativo, pero el tipo de trayectoria que se empleará sí que lo es. Efectivamente, los ingenieros han ideado una órbita de transferencia denominada supersincrónica ("supersync") en la que el satélite alcanzaría un apogeo de 65000 km, prácticamente el doble de lo habitual, antes de situarse en la órbita geoestacionaria.

De esta forma, ILS y Khrúnichev pretenden compensar la pérdida de capacidad del Protón que supuso la prohibición de los lanzamientos con una inclinación de 48º. Efectivamente, esta trayectoria era la más efectiva energéticamente hablando, pero el gobierno de Kazajistán restringió este tipo de lanzamientos por motivos de seguridad, ya que sobrevolaba zonas cercanas a centros de población (y no olvidemos que el Protón emplea combustibles hipergólicos).


Cohete Protón-M (Roskosmos).


Posibles inyecciones orbitales para el Protón (ILS).

Por otro lado, me ha llamado la atención las noticias relacionadas con la reciente visita de Vladímir Putin a la fábrica de NPO Energomash en Khimki, en las afueras de Moscú. Recordemos que esta empresa es, junto con KB Khimavtomatiki, el principal fabricante de motores cohete del país. Durante la visita, Putin le preguntó al director general de la compañía, Dmitri Pakhomov, sobre el destino de los dos mil millones de rublos (unos 45 millones de euros) de ayuda estatal que el gobierno había recientemente otorgado a Energomash. Ni corto ni perezoso, Pakhomov -que debió ver los cielos abiertos- le respondió "no hemos usado el dinero de ninguna forma porque no nos ha llegado". Inmediatamente, Putin se volvió hacia el jefe de la agencia espacial rusa, Anatoli Pérminov, para preguntarle "¿por qué?". Pérminov intentó explicar que los fondos no se habían liberado por cuestiones burocráticas y que debían pasar dos meses para que Energomash dispusiese del dinero. Sin embargo, Putin le interrumpió con un escueto "que el dinero esté disponible al final de esta semana", a lo que Pérminov -al que imagino maldiciendo en secreto a todos los familiares de Pakhomov- sólo pudo decir "¡sí señor!".

La anécdota ilustra lo difícil que sigue siendo en la Rusia actual que las empresas logren recibir dinero en efectivo del estado, incluso cuando los presupuestos ya han sido oficialmente aprobados. La "bronca" de Putin a Pérminov, aunque llamativa para un occidental, es relativamente común en Rusia. De hecho, es raro no ver un informativo ruso en el que un miembro del gobierno -sea éste Medvédev, Putin o un ministro- llama la atención públicamente a un funcionario inferior por su supuesta negligencia o dejadez. Esta "tradición", de la que Putin es todo un maestro, se instauró en la época de Yeltsin y goza de mucha popularidad entre los políticos del país. Al final la cosa suele terminar en nada y, aparte de la humillación pública, el funcionario amonestado sigue con lo suyo como si nada hubiese pasado. En todo caso, esperemos que Energomash reciba finalmente el dinero.


Putin y Perminov (dcha.) con los trabajadores de Energomash (Nezavisimaya Gazeta).

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