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Tuesday, January 26, 2010

Los alienígenas del Sistema Solar

En este interesante artículo de New Scientist, los científicos Dirk Schulze-Makuch y Steven Benner especulan sobre cómo podrían ser las formas de vida en los distintos lugares del Sistema Solar más allá de la Tierra donde se dan las condiciones adecuadas para su existencia.

Empecemos por Europa, la luna de Júpiter. Hay bastantes evidencias que sugieren la presencia de un océano bajo la corteza superficial de hielo o, al menos, la existencia algunas zonas con agua líquida. Además, tenemos calor proveniente de las fuerzas de marea que calientan el interior del satélite y abundante materia orgánica. En conjunto, uno de los mejores lugares del Sistema Solar para encontrar vida de acuerdo con los expertos. Según Schulze-Makuch, los microbios europanos serían muy similares a los terrestres, pero no así los organismos superiores. De existir, los animales pluricelulares en la cima de la pirámide alimenticia tendrían el tamaño de un pequeño camarón y su masa no podría ser superior a un gramo. Estas minúsculas dimensiones vendrían impuestas por el tamaño máximo de las colonias de microorganismos de los que se alimentaría un depredador, tamaño condicionado a su vez por la energía máxima liberada por las hipotéticas fumarolas subacuáticas que calientan el océano de Europa. Una verdadera pena, porque la idea de tiburones alienígenas era muy atrayente, especialmente si la comparamos con la "terrible" imagen de un camarón sediento de sangre.

Más allá de Europa, un lugar que en los últimos años se ha revelado como un posible candidato a albergar formas de vida es nada más y nada menos que Venus. Sí, el planeta es un infierno con monstruosas temperaturas y terribles presiones superficiales, pero sin embargo sabemos que existen nubes de ácido sulfúrico, por lo que es posible que hace miles de millones de años se formasen charcos y lagos de ácido en la superficie. Contra lo que pudiera parecer, algunos microorganismos podrían surgir y sobrevivir en los lagos de ácido. Los animales pluricelulares lo tendrían más difícil, pero no sería imposible que existiesen, siempre y cuando tuviesen venas de cristal (o de algún polímero flexible como el Teflón). Arañas de cristal en Venus. Como lo oyen. Sin llegar tan lejos con nuestra imaginación, incluso hoy en día podrían existir bacterias en la capa de nubes ácidas que cubre el planeta.

¿Y qué hay de Titán? Es el único lugar del Sistema Solar con lagos y mares en su superficie además de la Tierra, aunque claro, no son de agua, sino de metano-etano. De entrada, cualquier organismo unicelular en los lagos de Titán sería más grande que una bacteria terrestre gracias a la baja tensión superficial del metano. Según Schulze-Makuch, la elevada tensión superficial del agua es la que limita el tamaño de las células terrícolas. Las bajas temperaturas (93 K) propiciarían además reacciones químicas muuuuy lentas y, por tanto, una esperanza de vida de diez mil años para los posibles animales titánicos. Otra visión de ciencia ficción: bacterias del tamaño de rocas alimentándose de masas de hidrocarburo en la orilla de un lago de metano.

¿Y más allá del reino del Sol? ¿Qué pasa con los bichos ES ("extrasolares")? Aunque este tema se ha tratado en innumerables ocasiones y el caso es que no tenemos ni idea de cómo sería un alienígena civilizado, Jack Cohen apunta de forma muy inteligente que determinadas características de los seres vivos pluricelulares han aparecido en la Tierra en múltiples ocasiones de forma independiente, como por ejemplo el corazón, los ojos, los miembros, las articulaciones, los organismos voladores, las pieles, la fotosíntesis o el sexo. Es decir, podría ser no muy diferente de nosotros, entendiendo por "no muy diferente" cualquier organismo no acuático con miembros, ojos y boca, que tampoco vayamos a imaginar extraterrestres tipo Mr. Spock.



¿Ven alguna bacteria gigante por ahí? (JPL/NASA).

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