Los lectores de este blog ya conocen mi debilidad por los planes de misiones tripuladas al Planeta Rojo. Cuando se habla de diseños de naves marcianas rusas, es habitual referirse al trabajo de la compañía RKK Energía -fabricante de las naves Soyuz y Progress-, pero hoy me gustaría hablar del esbozo -más que diseño- de otra gran empresa aeroespacial rusa, Khrúnichev, encargada de construir los lanzadores Protón y Angará.
En este caso estamos ante una nave, denominada MEK (Marsianski Ekspeditsioni Kompleks), que usaría motores nucleares térmicos (YaRD en la terminología rusa), de forma parecida a los proyectos soviéticos y norteamericanos (NERVA) de finales de los años sesenta.
Nave marciana MEK de Khrúnichev.
La nave tendría cuatro motores YaRD usando reactores con una potencia de 200 kW a 200 MW, según el empuje deseado. La masa total de la instalación YaRD sería de 36,1 toneladas (más cuatro toneladas de radiadores y escudo antirradiación). Recordemos que el motor nuclear soviético RD-0410 tenía precisamente una potencia de 200 MW, un Isp de 900 s y un empuje de 36 kN. Al igual que en la mayoría de estos diseños, se opta por el uso de hidrógeno (450-550 toneladas) como propelente para conseguir un impulso específico de 940 segundos (los motores químicos normales tienen un Isp de 250-350 s). La masa "al lanzamiento" -es decir, desde la órbita baja terrestre- sería de 770 toneladas.
Esta nave permitiría mandar cuatro personas -quizás seis- a Marte en una misión de 460 días de duración y estaría dividida en varias partes: el bloque con los motores YaRD y sus radiadores, siete tanques de hidrógeno, el hábitat orbital para el vuelo (MOK), el vehículo de descenso a la superficie marciana (MPK) y una cápsula de retorno a la Tierra tipo VA-TKS/PPTS.
Partes de la nave marciana MEK (Khrúnichev).
La nave tripulada MEK y el complejo no tripulado MBK (Khrúnichev).
Para dar más flexibilidad a la misión, se podría lanzar antes que el MEK una nave no tripulada, denominada MBK, para colocar en la superficie marciana un vehículo de retorno en caso de emergencia.
No hace falta ser un lince para darse cuenta que el problema de este esquema es, una vez más, la enorme cantidad de lanzamientos necesarios para montar esta nave en órbita baja, unos cinco o seis si usamos un cohete gigante como el Ares V, varias decenas para un lanzador como el Angará A5. Está claro que los cohetes nucleares térmicos no son la panacea, aunque otro asunto distinto es el uso de esta energía para alimentar motores iónicos, mucho más eficientes. Precisamente, la última propuesta de Roskosmos sobre el uso de energía nuclear en el espacio para por el empleo de esta técnica. Marte sigue quedando muy lejos.
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