En la madrugada del 8 de agosto de 2008 el Ejército georgiano lanzaba una ofensiva para intentar recuperar el control de la recientemente proclamada Osetia del Sur, territorio que por otra parte la ONU reconoce como parte de Georgia.
Las tropas rusas responden con un contraataque el mismo día. Durante tres días ambos ejércitos combaten en Tsjinval, produciéndose bombardeos sobre Tiflis y con los tanques rusos adentrándose hasta Gori (como se puede ver en el mapa todos ellos territorios muy en el interior de Georgia; no se combate ni en Osetia del Sur ni en su frontera).
Una lucha totalmente desigual en la que Rusia apoya por intereses económicos el separatismo de la región, con el objeto de convertirla en un país satélite y todo esto desafiando abiertamente a la resolución de la ONU.El 9 de agosto, Rusia abre un nuevo frente en Abjasia, adonde acude la flota rusa en el Mar Negro. Se trataba de una demostración de fuerza innecesaria, pues Georgia estaba derrotada en el momento en que Rusia entró en juego. No se necesitaba la apertura de varios frentes.
El 12 de agosto y tras la mediación de Sarkozy, Medvédev ordena el alto el fuego. En total, las organizaciones humanitarias calcularon un total de 400 georgianos muertos (la mitad de ellos civiles) frente a 67 soldados rusos y 162 civiles de Osetia del sur. Pero si la cifra de muertos es relativamente escasa con un total de 630, la verdaderamente dura es la de refugiados que aun a día de hoy asciende a mas de 30.000.
La difusa frontera que separa Osetia del Sur de Georgia sigue constituyendo una fuente de inseguridad. Las negociaciones siguen aun abiertas en Ginebra sin ningún resultado. Osetia reclama como suyas ambas zonas de Osetia del Sur y Abjasia mientras que Rusia las reconoce como independientes.
Al final todo se reduce a una cuestión económica en donde dichas zonas constituyen lugares vitales para el transito del petróleo desde el Caspio a Europa.
Fuente: Ria Novosti, ABC
Jose
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