El Monte Vesubio entró en erupción el 24 de agosto de 79 a.c. Y dos cartas de Plinio el Joven (espectador directo de la explosión) dirigidas al historiador romano Tácito describen el tamaño de la tragedia con una sorprendente viveza.
Las excavaciones del lugar a finales del siglo XX han permitido reconstruir numerosos detalles de aquel suceso. Poco después del mediodía del 24 de agosto de 79 a.c., comenzaron a caer sobre Pompeya fragmentos de piedra pómez, ceniza y otros residuos volcánicos que causaron la muerte por alcance de numerosos vecinos. En poco tiempo las cenizas cubrieron la ciudad con una gruesa capa de 3 metros.
En la mañana del 25 de agosto, nubes ardientes compuestas por flujo piroclástico y gas a elevadas temperaturas alcanzaron la ciudad, asfixiando a los habitantes que no habían podido huir el día anterior. Durante el resto del día, más piedras y ceniza sumergieron la ciudad bajo otros 3 metros adicionales.
En total una ciudad llena de vida enterrada bajo 6 metros de cenizas y otros residuos, lo cual evitó el saqueo y permitió su preservación hasta nuestros días.
JF
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