El primer ministro ruso Vladímir Putin destituyó el 29 de abril a Anatoli Pérminov, el jefe de la agencia espacial Roskosmos. Que la cabeza de Pérminov estaba a punto de rodar era un secreto a voces desde que hace un mes se filtraron varios rumores que advertían de su cese inminente. Su sustituto será Vladímir Popovkin, quien hasta ahora ocupaba el cargo de viceministro de defensa.
Anatoli Pérminov.
Vladímir Popovkin.
Aparentemente, la razón de su despido hay que buscarla en las sonoras pérdidas de cuatro satélites -tres GLONASS y el GEO-IK-2- en diciembre de 2010 y febrero de 2011, respectivamente. El presidente ruso Dmitri Medvédev se había mostrado muy contrariado con estos fallos y ya en enero decidió despedir a raíz de la pérdida de los GLONASS al vicepresidente de la empresa RKK Energía, Vyacheslav Filin, y al propio lugarteniente de Pérminov, Viktor Remishevski.
En realidad, independientemente del papel real de estos fracasos en el despido, Pérminov se había ganado muchos enemigos dentro y fuera de Roskosmos a lo largo de los últimos siete años, enemigos que llevan años maniobrando para desalojarlo de su puesto y que han visto en estos incidentes una oportunidad de oro.
El coronel general Anatoli Nikoláevich Pérminov, de 65 años de edad, fue nombrado jefe de Roskosmos en 2004. Precisamente, ese mismo año la agencia espacial rusa cambió de nombre y dejó de llamarse Rosaviakosmos. Pérminov era ya por entonces un curtido militar al mando de las Fuerzas Espaciales que había hecho carrera a cargo del cosmódromo de Plesetsk. Durante los comienzos de su mandato en Roskosmos se enfrentó al duro reto de reestructurar un sector en profunda crisis. Durante los brutales años 90, el gobierno federal había sido incapaz de imponer orden en el panorama aeroespacial del país y las principales compañías espaciales rusas campaban a sus anchas sin control federal alguno, malgastando en ocasiones los escasos recursos de los que disponía la agencia federal.
El principal logro de Pérminov ha sido convertir a Roskosmos en una agencia federal efectiva y en un interlocutor válido de cara a los socios internacionales. Hoy en día es obvio que el programa espacial ruso es mucho más sólido y está mucho más coordinado que antes de su mandato, gracias principalmente a que el presupuesto de la agencia se ha multiplicado por seis en estos años. Naturalmente, estos progresos son más bien resultado de la enorme mejora de las condiciones económicas del país, pero no debemos desmerecer el esfuerzo de Pérminov para presentar una estrategia común en el espacio.
Pese a su carrera en las fuerzas armadas, Pérminov se enfrentó duramente con los militares, especialmente durante el proceso de desmilitarización de Baikonur y del centro de entrenamiento de cosmonautas (TsPK). El hecho de que su sucesor sea el coronel general Vladímir Popovkin se considera un triunfo del sector que representa los intereses de los militares en el espacio frente a las empresas privadas. Efectivamente, a Pérminov se le ha acusado reiteradamente -injustamente o no- de favorecer las ganancias económicas de compañías como RKK Energía y dejar de lado la estrategia espacial del país a largo plazo.
Popovkin, de 53 años, coincidió con Pérminov durante su servicio en las fuerzas espaciales. Frente al autoritario y severo Pérminov, Popovkin se presenta como una persona afable que se deja querer por los medios. No es un secreto que Popovkin lleva años detrás del puesto de Pérminov, así que habrá que ver cómo se comporta ahora que por fin ha ocupado su lugar. Popovkin hereda de su predecesor una serie de retos fundamentales para el futuro de la cosmonáutica rusa: la construcción del nuevo cosmódromo de Vostochni y la nave PPTS (PTK-NP) sustituta de la Soyuz, así como el desarrollo de los lanzadores Rus-M y Angará. También deberá hacer frente a partir de 2012 a una etapa en la que Rusia será el único país capaz de mandar astronautas a la ISS, con todos los quebraderos de cabeza políticos que ello conlleva.
Los próximos años serán claves para el sector espacial ruso. Esperemos que Popovkin esté a la altura.
Anatoli Pérminov.
Vladímir Popovkin.
Aparentemente, la razón de su despido hay que buscarla en las sonoras pérdidas de cuatro satélites -tres GLONASS y el GEO-IK-2- en diciembre de 2010 y febrero de 2011, respectivamente. El presidente ruso Dmitri Medvédev se había mostrado muy contrariado con estos fallos y ya en enero decidió despedir a raíz de la pérdida de los GLONASS al vicepresidente de la empresa RKK Energía, Vyacheslav Filin, y al propio lugarteniente de Pérminov, Viktor Remishevski.
En realidad, independientemente del papel real de estos fracasos en el despido, Pérminov se había ganado muchos enemigos dentro y fuera de Roskosmos a lo largo de los últimos siete años, enemigos que llevan años maniobrando para desalojarlo de su puesto y que han visto en estos incidentes una oportunidad de oro.
El coronel general Anatoli Nikoláevich Pérminov, de 65 años de edad, fue nombrado jefe de Roskosmos en 2004. Precisamente, ese mismo año la agencia espacial rusa cambió de nombre y dejó de llamarse Rosaviakosmos. Pérminov era ya por entonces un curtido militar al mando de las Fuerzas Espaciales que había hecho carrera a cargo del cosmódromo de Plesetsk. Durante los comienzos de su mandato en Roskosmos se enfrentó al duro reto de reestructurar un sector en profunda crisis. Durante los brutales años 90, el gobierno federal había sido incapaz de imponer orden en el panorama aeroespacial del país y las principales compañías espaciales rusas campaban a sus anchas sin control federal alguno, malgastando en ocasiones los escasos recursos de los que disponía la agencia federal.
El principal logro de Pérminov ha sido convertir a Roskosmos en una agencia federal efectiva y en un interlocutor válido de cara a los socios internacionales. Hoy en día es obvio que el programa espacial ruso es mucho más sólido y está mucho más coordinado que antes de su mandato, gracias principalmente a que el presupuesto de la agencia se ha multiplicado por seis en estos años. Naturalmente, estos progresos son más bien resultado de la enorme mejora de las condiciones económicas del país, pero no debemos desmerecer el esfuerzo de Pérminov para presentar una estrategia común en el espacio.
Pese a su carrera en las fuerzas armadas, Pérminov se enfrentó duramente con los militares, especialmente durante el proceso de desmilitarización de Baikonur y del centro de entrenamiento de cosmonautas (TsPK). El hecho de que su sucesor sea el coronel general Vladímir Popovkin se considera un triunfo del sector que representa los intereses de los militares en el espacio frente a las empresas privadas. Efectivamente, a Pérminov se le ha acusado reiteradamente -injustamente o no- de favorecer las ganancias económicas de compañías como RKK Energía y dejar de lado la estrategia espacial del país a largo plazo.
Popovkin, de 53 años, coincidió con Pérminov durante su servicio en las fuerzas espaciales. Frente al autoritario y severo Pérminov, Popovkin se presenta como una persona afable que se deja querer por los medios. No es un secreto que Popovkin lleva años detrás del puesto de Pérminov, así que habrá que ver cómo se comporta ahora que por fin ha ocupado su lugar. Popovkin hereda de su predecesor una serie de retos fundamentales para el futuro de la cosmonáutica rusa: la construcción del nuevo cosmódromo de Vostochni y la nave PPTS (PTK-NP) sustituta de la Soyuz, así como el desarrollo de los lanzadores Rus-M y Angará. También deberá hacer frente a partir de 2012 a una etapa en la que Rusia será el único país capaz de mandar astronautas a la ISS, con todos los quebraderos de cabeza políticos que ello conlleva.
Los próximos años serán claves para el sector espacial ruso. Esperemos que Popovkin esté a la altura.
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