Curiosa obra del irregular David Brin leída en estos meses estivales. La idea es muy atrayente y original: imagínense que podemos crear copias de nosotros mismos con cuerpos sintéticos que sólo tienen un día de duración, y que es posible cargar los recuerdos vividos por esa copia al final de su vida útil.
Se trata de la típica novela de ciencia-ficción donde lo importante es una idea impactante y novedosa, sin entrar en detalles técnicos de cómo es posible tal tecnología. Brin logra magníficamente mostrar una sociedad donde esta técnica se utiliza de forma tan habitual que copiar personas es tan común como para nosotros hacer una fotocopia del DNI. La trama toma forma de un relato policial con múltiples historias, incluyendo los puntos de vista de las copias (o "golems", como se les llama), con un tono jocoso e irónico.
Desgraciadamente no todo son elogios, ya que la obra tiene dos defectos graves: por un lado, el final ambiguo y esotérico donde a Brin se le va la olla un poco. Por otro, la ya habitual y desagradable costumbre de añadir páginas sin tino a toda novela moderna hasta que alcance el número mínimo de 500, como todo "buen" best-seller demanda, aunque esto provoque que la trama sea a veces incoherente y pesada. Una pena, porque Gente de Barro hubiera sido casi perfecta con 300 páginas menos...aún así merece la pena leerla.
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