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Friday, August 12, 2005

CEV

Cada día está más claro que el diseño final del CEV se parecerá muchísimo al Kliper ruso (bueno, ruso-europeo-japonés), lo cual me parece muy bien. Ya era hora de que los ingenieros "incompetentes" americanos empezasen a tomar ideas de fuera, en vista de que las suyas no sirven ni para evitar que se desprenda espuma de un tanque externo. La recientemente desvelada propuesta de Locheed-Martin se parece muchísimo además al difunto proyecto europeo Hermes.

El transbordador espacial ha sido un fracaso por tres razones principalmente:

1- Diseño original incorrecto: en un principio el transbordador debía ser reutilizable al 100%, pero por motivos de dinero, la NASA se vio obligada a limitar la parte reutilizable al orbitador, introduciendo los cohetes de combustible sólido (SRB) y el tanque externo (ET). No es de extrañar que precisamente esas dos partes fuesen las causantes de los dos accidentes mortales: el Challenger por un fallo en los SRB y el Columbia por uno en el ET. Además, por motivos presupuestarios, la NASA se vio obligada a aceptar la participación de la USAF en el diseño del transbordador. Los militares querían una gran bodega de carga para poner en órbita y/o recoger satélites espías de gran tamaño. Además necesitaban que fuera capaz de realizar importantes maniobras orbitales para lo cual debía contar con grandes alas. Al final, el vehículo orbital era mucho más grande, complejo y caro de lo que la NASA había planeado en un principio. La gran paradoja es que al final los militares apenas usaron el transbordador, y nunca fue lanzado desde Vandenberg, donde se construyó una rampa de lanzamiento con todas las instalaciones necesarias.

2- La seguridad: el transbordador es una máquina muy compleja y bastante segura. El problema es que debe ser segura al 100% (algo imposible a largo plazo), ya que no hay sistemas de escape de emergencia durante el lanzamiento. Esto es un retroceso claro en la historia del vuelo espacial, pues todas las naves tripuladas (a excepción de los dos vuelos de las cápsulas Vosjod) han contado con este sistema. A su vez, la falta de dicho sistema era debida al gran tamaño del transbordador, que hacía carísimo e impracticable poner una torre de escape u otro mecanismo similar.

3- Política incorrecta: al amenazar el gobierno americano con cancelar el programa de la lanzadera a principios de los 70, la NASA afirmó que podría llevar a cabo decenas de lanzamientos anuales, una afirmación gratuita sin ninguna base técnica. Para poder rentabilizar el vehículo y justificar tantas misiones (recordemos que en los 80 no había ninguna estación espacial americana) se dijo que el transbordador sustituiría a TODOS los cohetes convencionales y se usaría para poner en órbita TODOS los satélites, una auténtica locura que causaría indirectamente el desastre del Challenger. Tras esta tragedia, esta política se canceló, pero el daño ya estaba hecho: el transbordador no sólo no había abaratado los costes de lanzamiento, sino que los había incrementado.

A la hora de diseñar el sustituto de la lanzadera, el CEV, se debe tener en cuenta estos puntos, para que el vehículo tenga:

1- Una torre de escape que permita salvar a los astronautas durante el lanzamiento y, a ser posible, algún mecanismo que permita la supervivencia en el caso de un fallo crítico durante la reentrada.

2- Capacidad (al menos en algunas versiones de la nave) para reentrar a 11 km/s en vez de los 8 km/s normales. Esta es la velocidad que alcanza una nave a su regreso de un vuelo a la Luna o interplanetario, lo que permitiría al vehículo realizar tales misiones. Recordemos que el transbordador es incapaz de reentrar a estas velocidades.

3- Capacidad para realizar vuelos sin tripulación, como las Soyuz y las Progress rusas, evitando así la necesidad de arriesgar vidas humanas en vuelos de prueba o especiales. De esta forma también se podría usar el CEV para llevar suministros a la ISS.

Esperemos que el CEV y el Kliper contribuyan a hacer los viajes tripulados más seguros y frecuentes (por este orden).

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