- Naufragio en tiempo real (Marooned in real time), Vernor Vinge (1989): en realidad es la segunda parte de la "Serie de las Burbujas", pero es muy superior a su predecesora. La idea principal, como es de suponer, gira alrededor de las Burbujas, que son una especie de agujeros negros impenetrables. Nada puede entrar o salir de ellas y el tiempo no transcurre en su interior, pero tienen una duración limitada según el tamaño. La física subyacente es bastante fantasiosa, pero las implicaciones son muy curiosas. La novela nos cuenta como en el futuro la gente usa las burbujas para encarcelar a criminales, para "viajar" al futuro o para sacar del "tiempo real" a oponentes y enemigos. Tras ser atrapado en una burbuja, el protagonista aparece en una Tierra del futuro donde casi no hay seres humanos. Los supervivientes son otros "exiliados" de las burbujas que van apareciendo según éstas se desintegran. Este grupo se pregunta qué habrá pasado con la raza humana y decide viajar hacia el futuro encerrándose en burbujas de forma repetitiva para ir recogiendo a los distintos exiliados a medida que sus burbujas desaparecen. El final es sorprendente y la trama muy amena.
- Tau Cero (Tau Zero), Poul Anderson (1970): una nave interestelar estatocolectora (también conocida como Bussard Ramjet) se estropea y no puede desacelerar. Como resultado se va aproximando a la velocidad de la luz, y como el tiempo transcurre más despacio a medida que se acercan a esta velocidad, son capaces de ver el final del universo...
- Huevo del Dragón (Dragon's Egg), Robert L. Forward (1980): el autor, ya fallecido, era astrofísico y eso se deja ver en sus novelas. No se caracterizan precisamente por tener unos personajes sólidos y una prosa muy amena, pero las ideas que expone son geniales. En este caso, Forward imagina una raza de bichos inteligentes en la inhóspita superficie de una estrella de neutrones. Las condiciones son terribles: una gravedad 67 mil millones de veces más intensa que la terrestre, una temperatura de 8000 K, un campo magnético de un billón de Gauss. Todo esto en una pequeña esfera de sólo 20 km de diámetro: las montañas más altas miden 10 cm y el campo magnético es tan intenso que a estas pequeñas criaturas les cuesta viajar en dirección perpendicular a las líneas de campo. Los bichos en cuestión se llaman Cheela y, al igual que su entorno, no están formados por átomos y moléculas como nosotros, sino por nucleones (protones y neutrones). Como resultado son muy pequeños, de unos milímetros, pero su masa es superior a la de un humano. Debido a su constitución, las reacciones "nucleónicas" de sus cuerpos son mucho más rápidas que las reacciones moleculares de los nuestros, por lo que para ellos el tiempo transcurre mucho más rápido. Generaciones enteras de Cheela se suceden en unos pocos días terrestres. La novela es muy graciosa, pues los bichos son una parodia de la humanidad. Es especialmente destacable el episodio del profeta "Ojos Rosados".
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