La nueva nave espacial tripulada de la NASA, el CEV, está sufriendo sus primeros encontronazos con la realidad presupuestaria. El administrador de la agencia americana, Mike Griffin, se ha dado cuenta de que no tiene suficiente dinero para desarrollar el CEV, los nuevos cohetes y el programa lunar, todo a la vez que mantiene el transbordador espacial hasta el 2010 y sigue financiando la ISS. Así que ha recortar se ha dicho: lo más importante es que se cancela la versión de carga del CEV, que se suponía debería lanzar módulos de mantenimiento a la ISS. Asimismo se cancelan las diferentes versiones para la nave: el Block I debía ser una versión de pruebas para la órbita terrestre y el Block II una versión lunar. Ahora sólo habrá una versión. Segundo el CEV se hace más pequeño: el módulo de mando tendrá 5 m de diámetro, en vez de los 5,5 originales, ahorrando así peso y dinero. También, como ya hemos comentado en este blog, se elimina la combinación metano / oxígeno líquido (LOX) como combustible, prefiriéndose la más tradicional queroseno / LOX o incluso la de toda la vida: combustibles hipergólicos, como el Apolo o la Soyuz. De este modo nos ahorramos tiempo en diseñar nuevos motores y la pasta que ello conlleva. El cohete que debe lanzar al CEV, llamado provisionalmente CLV (Crew Launch Vehicle) también cambia: para la segunda fase ya no se usará un motor SSME modificado del transbordador, sino una variante de los motores J-2 de la segunda etapa del cohete Saturno V de la era Apolo. Este motor es infinitamente más sencillo y barato (paradojas de la vida) que el SSME, el motor cohete más complejo (y caro) de toda la historia. Para compensar su menor potencia, la primera etapa del cohete, basada en los cohetes de combustible sólido del transbordador, se hará más grande. Además, como el CEV será más ligero, no hay problema, aunque la paradoja es que el CEV podrá ahora ser lanzado por algún cohete convencional como el Delta IV o el Atlas 5. Quizás se pregunten por qué no cancela la NASA este cohete y utiliza los arriba mencionados, ahorrándose miles de millones de dólares. La razón es que dejaría sin trabajo a todos los que actualmente fabrican los cohetes de combustible sólido del trasbordador, su tanque externo y los motores principales, pues estas piezas serán modificadas para su uso en el CLV.
El problema que se le presenta a la NASA es qué hacer con la lanzadera. Teóricamente deberá seguir volando hasta el 2010, pero su mantenimiento significará la cancelación de numerosos programas científicos muy populares, como ya comentamos hace unos días. Es posible que Griffin decida suspender los vuelos del transbordador en una fecha más temprana para destinar el dinero de la lanzadera al CEV, pero entonces los EEUU podrían estar cuatro o cinco años sin mandar ningún hombre al espacio, hasta que el CEV esté listo. De todas formas, no sería la primera vez: ya pasó en el periodo comprendido entre 1975 y 1981. Todo depende de la próxima misión del transbordador en mayo próximo: la STS 121. Aún así sigue sin estar claro qué pasará con la ISS en un futuro: a Griffin le gustaría que los EEUU abandonasen el proyecto antes del 2015, es decir, que le regalasen la mitad de la estación a Rusia, para dedicarse al programa lunar. El problema es que, con los recortes presupuestarios, es muy posible que no haya ningún programa lunar en la próxima década, por lo que la ISS sería la única excusa para mantener el CEV vivo. Curioso dilema…
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