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Sunday, December 10, 2006

¿Para qué queremos una base lunar?

Esta semana la NASA ha hecho pública su intención de construir una base en uno de los polos de nuestro satélite. Aunque la presentación se ha centrado en el cómo y en el cuándo, poco se ha dicho sobre el porqué. En este sentido, volvemos al pasado, cuando la NASA propuso la construcción de una estación espacial: primero la construimos y luego vemos para qué sirve. Naturalmente, la agencia americana ha sugerido, aunque no anunciado formalmente, una serie de motivos para justificar el tremendo desembolso económico que supondría una base de este tipo:

1- Exploración de la Luna: este es el motivo más obvio y nadie duda que una base lunar nos permitiría ampliar muchísimo lo que sabemos sobre nuestro satélite, pero también es cierto que podemos explorar la Luna con varias misiones que estudien un determinado lugar durante varios meses, en vez de centrarnos en un único punto de la superficie, todo ello sin necesidad de construir un asentamiento lunar permanente. Son muchos los que temen que los astronautas de una base lunar se pasen la mayor parte del tiempo sobreviviendo en vez de explorar. Además, siempre podemos mandar sondas automáticas a una fracción del costo de una misión tripulada.

2- Astrofísica: aunque se ha propuesto en reiteradas ocasiones el uso de la Luna como observatorio astronómico, lo cierto es que hay pocas ventajas en semejante proyecto. Cualquier observatorio lunar sería más caro que uno en órbita terrestre o solar, ya que habría que llevar todos los materiales hasta la superficie de nuestro satélite, con el consiguiente incremento del coste (y del riesgo). Sólo sería viable si se lograse de algún modo utilizar los recursos lunares para construir parte del observatorio, pero la tecnología necesaria no está todavía disponible a un coste razonable.

3- Preparar una misión a Marte: cuando a finales de los 80 el presidente Bush padre lanzó su fracasado proyecto de viajar a la Luna y a Marte, se sugirió que la Luna podría servir de base para una misión marciana. Se basaba esta propuesta en que la baja gravedad lunar y la ausencia de atmósfera permitiría lanzar muy fácilmente grandes naves construidas en la Luna, aprovechando además la presencia de hielo en los polos de nuestro satélite para generar el combustible de estas naves. En realidad, esta premisa es absurda. Aunque se confirme la presencia de hielo polar (cosa que está por ver), lanzar una misión a Marte desde la Luna costaría varios billones de euros más que hacerlo desde la órbita terrestre. El principal obstáculo para ir a Marte o a la Luna es alcanzar la órbita terrestre baja. Una vez allí, es mucho más barato ir directamente a Marte que pasar por la Luna. No existe NINGÚN estudio serio que justifique un viaje a Marte desde la Luna, por lo menos con la tecnología actual y con un presupuesto razonable.

4- Aprender a sobrevivir en el espacio: este es el objetivo más claro, pero, ¿justifica por sí solo el tremendo gasto necesario para construir una base lunar?. Quizás sí, quizás no.

En definitiva, la NASA corre el riesgo de que su proyecto de base lunar, por lo demás bastante coherente y realista, muera antes de ser siquiera aprobado por falta de un objetivo claro, una situación que recuerda mucho a la ISS. La Estación Espacial Internacional estuvo a punto de ser cancelada en varias ocasiones por no tener un objetivo nítido que justificase su altísimo costo. Si al final se salvó, fue en gran parte gracias a que se trataba de un proyecto internacional y hubiese quedado muy mal el que los EE.UU. abandonasen a sus socios extranjeros. Esta vez está por ver si la base lunar se convierte en un proyecto internacional: la administración Bush quiere que la vuelta a la Luna sea un proyecto americano, en el que se aceptarían pequeñas participaciones de otros países, pero no a gran escala. Por otro lado, la NASA sabe que la cooperación internacional añadiría estabilidad a un proyecto que podría cancelar otra administración futura en cualquier momento, así que ve con muy buenos ojos una colaboración a gran escala, o incluso una competencia abierta para volver a la Luna por parte de Rusia y la ESA, ya que ello reduciría las posibilidades de cancelación del programa lunar americano.

























Imagen de la Luna tomada por la sonda Mariner 10 en 1973 de camino a Mercurio.

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