Existen dos tipos de modos de vibración: los modos de presión (modos p) y los modos de gravedad (modos g). Los modos p han permitido caracterizar desde el punto de vista sismológico casi el 80% del Sol, partiendo de su superficie, lo que equivale a 500.000 km en radio, pues se desplazan por toda la estrella. Sin embargo, pocos alcanzan el núcleo, donde además se detectan con un nivel de ruido tan grande que no proporcionan información precisa.
Hasta ahora se conocía teóricamente la existencia de los modos g, pues salen del mismo formulismo matemático que los p. Aunque hace treinta años que se buscan, no habían sido detectados antes pues los datos suministrados por las redes de instrumentos terrestres, que se turnaban para la observación continua del Sol, no tenían suficiente calidad. Ha habido que esperar a la llegada del satélite SOHO, situado fuera de la atmósfera terrestre, con lo que evita la distorsión atmosférica, y lo bastante alejado de nuestro planeta de modo que para él no se ponga el Sol.
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Las propiedades de las ondas p y g dependen de la composición, temperatura y densidad solares. El método inverso utiliza las frecuencias medidas para deducir las propiedades del interior del Sol, que es capaz de vibrar de millones de formas distintas a la vez. Hay millones de modos p, y se cree que debe haber un número similar de g, pero todavía no han podido ser detectados individualmente .
(...)Hasta ahora los modelos de evolución mostraban que el núcleo solar debía de girar a gran velocidad, pero los resultados obtenidos excluyen una rotación tan rápida. Sería posible un ligero aumento de velocidad de entre dos y cinco veces, pero no el predicho teóricamente. Que su núcleo gire más lentamente de lo esperado, implica la existencia de un mecanismo de freno, que podría consistir en un campo magnético fósil, remanente del colapso inicial de la estrella.
La importancia de dicho resultado en el campo de la evolución estelar es enorme, pues cambia el concepto que se tenía de la vida de las estrellas desde su nacimiento hasta que comienzan la quema de combustible, y podría ayudar a precisar los modelos que explican donde se concentra el campo magnético. Pallé confía en que permita una búsqueda más orientada de los modos g individuales, y que ello posibilite un estudio detallado de las condiciones físicas en el núcleo solar.
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