Es la noticia astronómica del día: parece ser que se ha detectado la supernova más brillante (magnitud absoluta V ≈ −22). Pero no corran asomarse a la ventana para ver un nuevo Sol en el cielo, pues (por suerte) el cataclismo ha sucedido en una galaxia lejana (NGC 1260), a "sólo" 250 millones de años luz de la nuestra, lo que nos indica que la explosión tuvo lugar hace casi justo una rotación galáctica (o "año cósmico") y su luz ha tardado todo este tiempo en alcanzarnos. SN 2006gy, como así se ha catalogado este evento, fue detectado en septiembre del año pasado. Al principio parecía una supernova más, pero análisis de los datos tomados por varios observatorios a lo largo del mundo, incluido el telescopio espacial de rayos X Chandra, han permitido verificar su rareza. De confirmarse, se trataría del primer caso de supernova de producción de pares, en las que una estrella muy masiva (de unas 100 a 250 masas solares) se desintegra por completo en la explosión sin dejar tras de sí un agujero negro o una estrella de neutrones, como es el caso de las supernovas "normales". Se supone que los miembros de la primera generación de estrellas (Población III) terminaron sus vidas de este modo, generando los elementos pesados que formarían más tarde otras estrellas como nuestro Sol. Es por eso que la estrella precursora de esta explosión debía tener una metalicidad muy baja (casi cero, algo muy improbable) o bien ser el resultado de la fusión de dos estrellas supergigantes, entre otras posibilidades.
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