Además, según el nuevo presidente de la empresa RKK Energía,
Poco se sabe de la apariencia de estas propuestas, pero parece ser que la ESA se ha salido con la suya en el pulso que tenía con Energía y la nave no se parecerá mucho a la actual Soyuz. Se especula que podría ser una combinación entre una Soyuz agrandada y un ATV, aunque quizás Energía logre imponer un diseño más parecido a su Kliper. El problema es que una nave alada no es la mejor configuración posible para una nave lunar o interplanetaria, ya que la velocidad y trayectoria en este tipo de reentradas imponen un control más severo del vehículo y el margen de error es mucho menor que el de una cápsula convencional. Sin embargo, una cápsula con forma de cuerpo sustentador similar a los primeros diseños del Klíper podría servir para misiones lunares y tener a la vez la capacidad de realizar maniobras en la alta atmósfera.
Por lo visto, Khrunischev y Molniya, las otras dos empresas que compiten junto con Energía por construir el sustituto de la Soyuz, han propuesto sus diseños (TKS y MAKS, respectivamente) para el proyecto. Sin embargo, dudo mucho que tengan alguna posibilidad. Una cosa es que Energía no logre imponer su diseño a la ESA y otra muy distinta que se quede fuera del proyecto.
Sin duda se trata de un proyecto muy, muy interesante que podría suponer la respuesta al Programa Constellation de la NASA y su cápsula Orión. El problema es que Rusia y la ESA son los socios más opuestos que uno pudiera encontrar. Los países miembros de la ESA desconfían de Rusia en general y no quieren atar su ansiada nave espacial tripulada a un país con el que podrían tener (y, de hecho, ya tienen) encontronazos políticos. Rusia por su parte, aunque desea una colaboración debido a la aportación económica que conlleva, no quiere perder la independencia de la que goza actualmente, especialmente ahora que la economía rusa se haya en un periodo de bonanza.
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