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Thursday, February 12, 2009

Más sobre la colisión

El choque en órbita entre los satélites Iridium 33 y Kosmos 2251 es, además de una gran carambola orbital, un asunto muy grave. Al haber tenido lugar en una órbita alta (790 km), esto implica que los fragmentos no reentrarán en la atmósfera terrestre inmediatamente, sino que podrían permanecer años en el espacio amenazando a miles de satélites en órbita baja, la ISS incluida. Además, puesto que se trataba de satélites con órbitas polares, las trayectorias de los pedazos pueden interceptar potencialmente un mayor número de órbitas de otros satélites. El Iridium estaba en activo y tenía una masa de 690 kg, mientras que el Kosmos 2251 (Strelá 2M), fuera de servicio, pesaba 900 kg. La velocidad relativa de la colisión fue de 11 km/s.

El asunto clave es que la colisión era previsible. Aunque el Kosmos 2251 estaba fuera de servicio, su órbita estaba en todas las bases de datos de objetos orbitales del mundo, incluidas las de los controladores de la red Iridium. Por supuesto, estas bases de datos deben actualizarse regularmente y siempre hay un grado de error en los parámetros orbitales. Pero puesto que no existe un "control de tráfico espacial", los responsables de evitar colisiones de este tipo son los propios operadores de los satélites, sean estos gobiernos o compañías privadas. El Mando Espacial de la USAF es lo más parecido a un controlador global del espacio terrestre, pero no tiene responsabilidad alguna de controlar choques orbitales. Es muy probable que este incidente abra el debate sobre la necesidad de crear un control internacional de objetos en órbita, lo cual puede que requiera la instalación de más radares en diversas zonas del mundo que permitan trazar las órbitas de los satélites con una alta resolución temporal y espacial. Además sería necesario computar continuamente la probabilidad de colisión entre objetos, lo que requiere mucha potencia de cálculo. El problema es que los radares empleados para controlar satélites son los mismos que se usan para vigilar el lanzamiento de misiles balísticos. Con los EE UU empeñados desde hace años en desplegar un escudo antimisiles destinado a reducir la eficacia de las fuerzas estratégicas chinas y rusas, está claro que la instalación de más radares será un asunto polémico.


Ilustrativo vídeo de la colisión creado por Analytical Graphics, Inc. (AGI).

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