El panorama de la Europa cristiana hacia el año 1.000 se encuentra bastante fragmentado en todo un mosaico de reinos. El más grande e importante era el Sacro Imperio Romano Germánico sucesor del Imperio Carolingio y considerado asimismo como el continuador del Imperio Romano de Occidente.
El otro gran imperio que subsistía era el Imperio Bizantino continuador del Imperio Romano de Oriente, pero sus días de gloría estaban tocando a su fin. El empuje musulmán le irá comiendo terreno hasta hacerlo desaparecer.
La Península Ibérica se encuentra fragmentada en pequeños reinos cristianos que apoyándose en la debilidad del Califato de Córdoba y en las luchas intestinas musulmanas irán poco a poco empujándolos hacia el sur.
El resto de Europa se encuentra formado por incipientes monarquías feudales, entre las que sobresalen las de Francia, Inglaterra, Borgoña, Hungría y los reinos escandinavos.
JF
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