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Saturday, September 19, 2009

¿El lugar más frío del Sistema Solar? (¡No!)

Hace unos días pudimos ver los resultados científicos preliminares del Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), obtenidos durante los últimos dos meses mientras la sonda estaba calibrando sus instrumentos antes de entrar en la órbita de trabajo definitiva -a sólo 50 km de altura de la superficie lunar-, hecho que se produjo el pasado día 15.

Los resultados científicos son, obviamente, incompletos, pero han servido para que la NASA -que es una experta en estas lides- haga un magnífico ejercicio de relaciones públicas, con sus consabidos excesos e interpretaciones erróneas por parte de muchos medios. Además, debido a que la LRO está en una órbita lunar polar, los datos obtenidos sobre la mayoría de la superficie de nuestro satélite son aún muy escasos, pero no así en lo que respecta a los polos. De hecho, como la órbita inicial de la LRO era elíptica y tenía su perilunio sobre el polo sur, los datos de esta zona adquiridos durante esta fase inicial van a tener una resolución mayor a los que se puedan obtener desde la órbita de trabajo.

Se ha comprobado que todos los instrumentos de la sonda trabajan excelentemente y varios resultados han saltado a la prensa estos días. Los más llamativos han sido los obtenidos por el experimento Diviner (DLRE). Diviner es un radiómetro multicanal, es decir, un instrumento que mide la temperatura de la superficie lunar. Los resultados indican que en el polo sur hay zonas situadas dentro de algunos cráteres que se encuentran en sombra perpetua y con temperaturas de sólo 35 K (-238º C), lo que ha dado pie a numerosos titulares a lo largo y ancho de la red del tipo: "el lugar más frío del Sistema Solar".

¿Es esto cierto? Pues obviamente no. Para ser justos, lo que los investigadores del LRO han dicho es que se trata de la temperatura más baja medida jamás en cualquier cuerpo del Sistema Solar, incluyendo Plutón. Por supuesto, que no se haya medido directamente no significa que no existan lugares del Sistema Solar -que los hay- donde la temperatura se aproxime aún más al cero absoluto. Los datos de distribución global de temperaturas de Plutón, por poner un ejemplo, son prácticamente inexistentes. Cuando la New Horizons sobrevuele el planeta enano favorito de los niños norteamericanos, seguramente podrá encontrar lugares con una temperatura menor que la medida en el polo sur lunar. Y aunque no fuera el caso, cualquier objeto transneptuniano -de los cuales hay miles- lo suficientemente alejado del Sol tendrá una temperatura de pocos Kelvin. En todo caso, ¿estamos ante un descubrimiento sorprendente? Pues una vez más, no. Ya se sabía que la temperatura de las zonas de sombra perpetua en la Luna eran de unas pocas decenas de Kelvin (como mucho 100 K), así que los datos eran algo esperado. Bien es cierto que una cosa es la teoría y otra muy distinta la verificación empírica, pero sinceramente sigo sin entender el revuelo provocado por la noticia.


Mapas de la temperatura máxima y mínima del polo sur lunar obtenidos por Diviner (NASA).

Por supuesto, todos sabemos por qué es importante este resultado: cuanta más baja sea la temperatura, más probabilidades hay de que se haya conservado hielo de agua en los polos. Este hielo estaría originado por los impactos cometarios y su presencia sería un impulso decisivo para la exploración lunar.

¿Y qué nos dice el resto de instrumentos sobre la posible presencia de hielo en los polos? El instrumento más importante a este respecto es el LEND, un detector de neutrones ruso que nos da pistas sobre la presencia de hidrógeno en la superficie lunar. El problema de los detectores de neutrones es que detectan la presencia de hidrógeno, no de agua. Y el hidrógeno podría, efectivamente, estar presente en moléculas de agua, pero también podría ser hidrógeno atómico o molecular. Es decir, un alto contenido de hidrógeno no es indicativo inequívoco de la presencia de hielo. Los resultados preliminares del LEND confirman los obtenidos por la misión Lunar Prospector en los 90, aunque la mayor resolución del instrumento ha dado ya algunas sorpresas: las mayores concentraciones de hidrógeno NO coinciden con las zonas de sombra perpetua, lo que puede indicar que no estamos viendo concentraciones de hielo o, por el contrario, que éste se encuentra bajo la superficie en zonas distintas a las esperadas. De todas formas, LEND requiere tiempos de integración mayores para alcanzar su resolución espacial máxima de 5 km, así que habrá que esperar para tener mejores resultados.


Resultados preliminares de LEND (NASA).

Otro instrumento, LAMP, está específicamente diseñado para observar en el ultravioleta zonas de hielo o escarcha en las regiones no iluminadas de la superficie. Aún es muy pronto para sacar conclusiones, pero por ahora no se ha detectado nada. Incluso si LAMP diese resultados negativos, lo único que implicaría es que el hielo no está en la superficie, pero por supuesto podría estar bajo el regolito.

Otro instrumento relacionado con la búsqueda del hielo es el radar Mini-RF, que es capaz de descubrir bloques de hielo subterráneos. Una vez más, los resultados son por ahora negativos, pero el equipo de la LRO ha señalado lo que parecen ser evidencias de la presencia de hielo en el fondo de algunos cráteres. El problema es que el tiempo apremia, ya que la sonda LCROSS debe impactar contra el cráter Cabeus A dentro de unas semanas, pero precisamente este cráter no presenta evidencias de hielo. La NASA tiene hasta el día 26 de septiembre para cambiar el blanco de esta sonda suicida.


El polo sur visto por el radar Mini-RF (NASA).

Otro punto que me gustaría destacar es la facilidad de los medios para olvidarse tan pronto de la sonda japonesa Kaguya. Este olvido es especialmente hiriente en el caso del instrumento LOLA, un altímetro láser. LOLA ha sido anunciado en algunas páginas como el instrumento que nos va a revelar una nueva faceta de la Luna gracias al mapa del relieve lunar global que se podrá realizar a partir de sus datos. Pero lo cierto es que ya contamos con un mapa topográfico lunar en alta resolución realizado por el instrumento LALT de Kaguya. Es cierto que LOLA es mucho más potente que el LALT (10 cm de resolución vertical frente a 5 metros), pero el instrumento de la LRO apenas ha empezado a funcionar, mientras que los datos de LALT están en la red a disposición de todos desde hace tiempo.

Por supuesto, que nadie me malinterprete: la sonda LRO es una maravillosa pieza de ingeniería que sin duda revolucionará nuestros conocimientos sobre la Luna, pero empieza a ser una mala costumbre olvidarnos de todos los resultados de sondas anteriores cada vez que una nave de la NASA comienza a funcionar.

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