La sonda debe tener una masa de 650-800 kg y sería lanzada por un cohete ruso Soyuz 2.1-b en 2018. Para aterrizar, la nave seguirá un esquema muy similar a las misiones Luna (Ye-8) soviéticas, pasando antes por la órbita baja lunar. Tras alunizar cerca del polo sur, llevaría a cabo múltiples estudios durante casi un año mediante varios instrumentos (cámaras, magnetómetro, retrorreflector láser, sensores de radiación, etc.). Emplearía células de combustible o baterías para la alimentación eléctrica debido a la poca iluminación solar de las regiones polares, renunciando al uso de RTGs por motivos políticos y de coste.
Recordemos que el polo sur lunar -en concreto, el borde del cráter Shackleton- es un objetivo prioritario para una hipotética base tripulada. La presencia de hielo de agua descubierta por LCROSS y la luz solar constante convierten esta zona en uno de los objetivos para muchas agencias espaciales. Aunque MoonNEXT surgió gracias al clima político de colaboración con el Programa Constellation de la NASA, parece que finalmente podría salir adelante aunque los EEUU abandonen este proyecto, lo que no deja de ser una paradoja bastante curiosa.



Localización del cráter Shackleton junto al polo sur lunar (JAXA/NASA).



Conceptos de sondas lunares de EADS-Astrium de 2009 (EADS-Astrium).

Diseño original de EADS Astrium para la Fase A en 2010 (ESA).


Diseño actual del vehículo (ESA).
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