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Thursday, March 3, 2011

El Origen del Hombre - El Género Australopithecus [Human Evolution - Genus Australopithecus]

El período comprendido entre los 9 y los 4 millones de años (m.a.), una etapa crucial en la formación de los primeros homínidos, apenas ha proporcionado fósiles que permitan reconstruir los procesos evolutivos.

Los hallazgos que se conocen, fragmentarios y procedentes de Kenia, están datados entre 6 y 4 m.a. Aunque muchos investigadores atribuyen estos restos a un australopiteco indiferenciado, no faltan quienes consideran que algunos pueden representar formas ancestrales del género Homo. No obstante, la aparición de fósiles como los correspondientes al Homo Antecessor mantiene vivas todas las teorías sobre la evolución de este género.

La primera especie de homínido documentada es el Australopithecus Afarensis. Sus restos proceden de dos localidades distintas: Hadar (Etiopía) y Laetoli (Tanzania). El primer yacimiento, situado en la depresión de Afar, proporcionó un esqueleto perteneciente a una hembra de unos veinte años, a la que se le dio el nombre informal de Lucy.
En otros yacimientos de la misma localidad se encontraron más de doscientos restos, tanto de adultos como de niños, pertenecientes a la misma especie. La edad estimada para todo el conjunto de Hadar oscila entre los 3 y los 3,2 m.a.

En Laetoli, Mary Leakey descubrió una superficie de 490 m² de ceniza volcánica, procedente de la erupción de un volcán cercano acaecida hace 3,7 m.a. La fina capa de cenizas, bajo la acción combinada de la lluvia y los rayos solares, se había endurecido y luego había sido cubierta por sedimentos. Esta serie de circunstancias permitió que se conservasen en su superficie huellas de animales, como las dejadas por tres homínidos, dos adultos y un individuo infantil.

Se trata de individuos de pequeña talla (1,10-1,30 m de estatura) y escasa capacidad craneal (350-400 cm³), similar o incluso inferior a la del chimpancé. En cambio, tanto la articulación de la rodilla como la forma arqueada del pie y la morfología de la pelvis demuestran que andaba erguido y que, por tanto, era bípedo.

Esto implica que sus aspectos más evolucionados se encuentran en función de su forma de locomoción, es decir, en el esqueleto poscraneal, mientras que su cabeza resulta todavía primitiva, con la excepción de la inserción de la columna vertebral y la reducción en el tamaño de los caninos. Como especie, Australopithecus Afarensis se caracteriza por un fuerte dimorfismo sexual, ya que los machos son mucho mayores que las hembras. El Origen del Hombre - El Género Australopithecus












Entre los 3 y los 0,8 m.a. el género Australopithecus conoció una clara evolución en África oriental en una serie de yacimientos escalonados a lo largo del Rift Valley. Sus fósiles son abundantes, aunque esto no quiere decir que sus relaciones filogenéticas estén bien establecidas.

En el sur de África se conocen dos formas distintas de este género: el Australopithecus africanus, equivalente al antiguo Plesianthropus transvaalensis, y el Australopithecus robustus, que agrupa a los antiguos Paranthropus robustus y P. crassidens.

La primera especie fue localizada en yacimientos cársticos cuyas fechas oscilan entre 2,5 y 1 m.a. Se trataría de un tipo de australopiteco grácil, con unos 500 cm³ de capacidad craneal, cuerpo similar al A. afarensis y cabeza ligeramente más evolucionada.

El segundo tipo procede de yacimientos datados en 1,7 m.a. Se trata de individuos más grandes que los A. africanus y con características craneales más robustas: frente plana, fuerte estrechamiento posorbital, acompañados de grandes arcos superciliares, y cresta marcada en lo alto, semejante a la de los gorilas. La cara es ancha, plana y alta, pero tiene menos prognatismo que la variedad grácil. Aunque su morfología dental es próxima a la del hombre, los molares son más grandes.

No existe un cuadro evolutivo aceptado de modo unánime que incluya las relaciones existentes entre los australopitecos y los primeros representantes del género Homo. Para muchos investigadores el esquema más verosímil es el propuesto por D. Johanson y T. White, en el que desde hace 6 m.a. sólo existe una línea evolutiva de australopitecos, que desemboca en A. afarensis hace unos 4 m.a.

Estos individuos revelan que la hominización no comenzó por un aumento de la capacidad intelectual, expresada en términos de volumen encefálico, sino por el bipedismo, que liberó las manos para transportar comida o manipular instrumentos. A partir de una fecha próxima a los 2,8 m.a. esta línea evolutiva se escindiría en dos ramas separadas: una, formada ya por el género Homo, y otra, por los austrolopitecos gráciles (Africanus).

Una alternativa a este modelo fue defendida por Louis y Richard Leakey al sostener que los dos géneros de homínidos presentan características tan diferentes que su separación evolutiva tiene que haber sucedido mucho antes de que apareciese A. afarensis, tal vez hace 7 m.a.

Para ellos, esta especie primitiva sólo sería el antecesor del género Australopithecus y no del Homo, que mantendría desde antes una filogenia independiente. Su principal obstáculo, no obstante, es que no hay fósiles que confirmen esta dualidad.

Una tercera postura fue mantenida por Y. Coppens al afirmar que el afarensis es sólo el último eslabón de un tipo de homínido primitivo, que podría denominarse Preaustralopithecus, y que tanto los verdaderos australopitecos como los representantes del género Homo se separaron de ese ancestro hace tal vez 5 m.a.

La causa de este debate reside tanto en la parquedad de los hallazgos producidos durante el intervalo crítico 9-4 m.a. como en la variabilidad morfológica de afarensis.

Fuente: Enciclopedia Espasa, Enciclopedia Británica
Jose

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