Se trata de una magnífica novela de Juan Miguel Aguilera ambientada en el siglo XV. La historia nos cuenta el viaje ("rihla") de un árabe de Al-Ándalus (Lisán al-Aysar) al nuevo mundo, adelantándose en unos pocos años a Colón. Allí se encontrará con un mundo mágico y sorprendente repleto de sorpresas. Al principio el lector piensa que se encuentra ante una inusual novela histórica, quizás con elementos de ucronía, pero luego la trama toma un giro inesperado y se da cuenta de que es una novela fantástica. Al final del libro, y si sabemos leer entre líneas, la novela vuelve a transformarse en una obra de ciencia-ficción. Sin embargo todos estos cambios se realizan de forma lineal, manteniendo la frescura y agilidad de la historia. El relato nos es narrado en primera persona por Lisán principalmente, por lo que podemos ser capaces de ponernos en su piel y experimentar toda la extrañeza que las civilizaciones del nuevo mundo deberían haber causado a un árabe culto del siglo XV, extrañeza similar a la que experimentaron en la realidad los primeros conquistadores españoles. El autor describe a los mayas y aztecas a través de los ojos de Lisán, haciendo difícil reconocer en un principio los elementos típicos que asociamos a ambas culturas y creando una maravillosa atmósfera de misterio.
Yo no soy un amante de la fantasía, y sin embargo, esta novela me ha cautivado. No por los elementos puramente fantásticos, sino por la descripción "mágica" de mayas y aztecas. En efecto, la visión de ambas culturas que aporta Aguilera es tan diferente a la que estamos acostumbrados (por lo menos yo) que sorprende y atrapa desde un principio.
Realmente compré esta novela tras ver quién era el autor, ya que siempre recordaré la maravillosa Mundos en el Abismo, escrita junto a Javier Redal, que me dejó fascinado cuando era adolescente.
Lo mejor: la descripción del nuevo mundo y los personajes. La escena del sacrificio masivo de 80 000 prisioneros de guerra para celebrar la inauguración del Gran Templo en Technotitlán es simplemente genial.
Lo peor: la trama tiene un par de momentos flojos y no queda muy claro qué son exactamente los yïnns y el chu'lel, aunque quizás sea mejor así.
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