“I don’t like it, and I consider it to be unseemingly in the extreme and unwise strategically for the United States to be dependent on any other nation for any other thing. I could not be more clear on that. This is where we are, and I’m doing the best I can to chart our course out of it. I did not get us into this position; I’m doing the best I can to get out of it. And if you think I like it, you would be wrong.”Griffin reconoce así lo que está en boca de todos los analistas, o sea, que durante cuatro o cinco años, los EE.UU. dependerán de Rusia para mandar sus astronautas a la ISS. ¿Cómo se ha llegado a este punto? Por un lado, es una consecuencia del ajustado presupuesto de la NASA, con el que la agencia debe pagar las facturas del transbordador y la ISS a la vez que desarrolla un nuevo cohete (Ares I) y una nueva nave (Orión). Por otro lado la NASA ya está acostumbrada a depender de Rusia de forma no oficial. Una vez más, me permito recordar que sin las naves Soyuz y las Progress rusas, la ISS debería ser abandonada inmediatamente. Este es un hecho que poca gente conoce, fruto del buen trabajo de la NASA para enmascarar esta situación, especialmente de cara al propio Congreso de los EE.UU. Así que lo que va a ocurrir tras 2010 no es sino la continuación de esa tendencia, lo que no deja de ser una paradoja tremenda. Si hace veinte años alguien hubiese dicho que los americanos debían viajar al espacio en Soyuz porque el shuttle ha resultado un fracaso, nadie lo hubiese tomado en serio.
Tengo curiosidad por ver qué hará la máquina propagandística de la NASA en ese periodo. Quizás restará importancia a los lanzamientos de las Soyuz y apenas los mencionará en sus comunicados, centrándose en el trabajo de los astronautas dentro de la ISS. Bueno, ahora que lo pienso, eso es precisamente lo que lleva haciendo la NASA desde 2003, cuando el desastre del Columbia les obligó a lanzar las tripulaciones de la ISS a bordo de las naves rusas. Cierto es que este comportamiento esquizoide consistente en negar la realidad puede tener sus extremos: por un lado tenemos el caso de Norman Thagard cuando despegó en 1995 rumbo a la Mir y nadie le hizo ni caso...dentro de la NASA, quiero decir. Por otro, el lanzamiento de la Expedición 1, que la NASA se vio obligada a publicitar por razones obvias. ¿Qué opción escogerá la agencia americana?¿Indiferencia total, publicidad moderada o el término medio actual? Apuesto a que la estrategia será algo así: la NASA TV centrará sus vistas en la bandera americana pintada en el exterior del cohete Soyuz mientras una voz en off nos hablará de la misión "internacional" que se va a llevar a cabo. Hasta es posible que se inventen una nueva designación para los lanzamientos de las Soyuz, algo así como RASJP (Russian-American Soyuz Joint Project), pues a la NASA le encantan los acrónimos. Tras un par de minutos, la transmisión se cortará para hablarnos del futuro glorioso que nos llegará de la mano de las naves Orión y veremos preciosas animaciones 3D de los vehículos en órbita lunar. Todo sea para que el público se olvide de las Soyuz. A los rusos todo este circo mediático les da igual, eso sí, siempre y cuando la NASA pague puntualmente el billete de sus astronautas.
Griffin asumió el cargo de administrador de la NASA en 2005, cuando el presidente Bush II ya había encargado a la NASA la retirada del transbordador y la vuelta del ser humano a la Luna. Este hombre se ha granjeado muchos críticos dentro y fuera de la agencia espacial por ser el encargado de desmantelar parcialmente el entramado industrial que sustenta al transbordador para crear el sistema Ares-Orión. Digo parcialmente porque ya sabemos que este sistema se concibió precisamente para mantener en su puesto de trabajo al mayor número posible de personas que ahora trabajan en la lanzadera. La cifra de enemigos aumentó aún más cuando se atrevió a criticar a la ISS, el gran elefante blanco de la NASA. Sin embargo, dentro de las limitaciones lógicas de su cargo, creo que se trata de un tipo muy listo con una mentalidad práctica que está intentando que la NASA tome una serie de dolorosas decisiones que serán las más importantes desde que se optó por construir el shuttle a principios de los 70. Griffin sabe que el futuro del programa espacial tripulado americano depende en gran medida de lo que la agencia espacial haga en estos años.
La ISS es un programa faraónico que fue concebido para justificar el programa del transbordador, a la vez que la NASA podía justificar un aumento de su presupuesto, recortado tras el diseño y construcción de la lanzadera. Sin embargo, sin transbordador, sólo hay dos opciones: usar la cápsula Orión para volar a la ISS o ir a la Luna (o a Marte). Griffin es plenamente consciente que no se puede mantener la ISS e ir a la Luna al mismo tiempo, que es precisamente el mandato de la Casa Blanca, así que por eso optó por criticar a la estación espacial. Y es que la ISS puede servir como excusa para justificar una cancelación del futuro programa lunar, ya que la cápsula Orión tendría así otro objetivo además de viajar fuera de la Tierra. Sin la ISS, los EE.UU. sólo tendrían una cápsula, por lo que entonces su programa tripulado se parecería más al de China que al que tienen actualmente. En este caso, viajar a la Luna podría darle un sentido al costoso programa espacial tripulado. Griffin sabe que está jugando con fuego y que existe otra opción que no se suele mencionar: la cancelación de los vuelos espaciales tripulados en los EE.UU. Sin duda, ninguna administración se atrevería a ser recordada como aquella que retiró a los EE.UU. de la carrera espacial tripulada, y menos aún con China y Rusia mandando astronautas al espacio. El prestigio político y tecnológico asociado a estas misiones es tal que una decisión así es muy improbable. Pero lo que sí que es posible es un programa espacial reducido al mínimo, consistente en cápsulas Orión viajando a la ISS, sin Ares V, ni Altair, ni nada de nada, precisamente lo que Griffin quiere evitar.
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