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Monday, September 14, 2009

El Sacro Imperio Romano Germánico bajo el reinado de Federico I Barbarroja

Los reyes electos de Alemania, por tradición también emperadores del Sacro Imperio Romano (formado por cuatro reinos: el reino de Alemania, el reino de Burgundia, el reino de Bohemia y el reino de Italia), necesitaban consolidar su poder para asegurarse la supremacía sobre el resto de príncipes. Será bajo Federico I Barbarroja y su nieto, Federico II cuando el imperio alcanzará la cima de su poder y su máxima extensión.


Cuando Federico Barbarroja (fruto de la unión de dos poderosísimas familias, los Hohenstaufen y los Welf) fue elegido rey de Alemania en 1152, no poseía los recursos económicos para defender su posición dentro de Alemania y menos aun en el Imperio. Por ello y como emperador electo del Sacro Imperio Romano comenzó a reclamar sus derechos sobre Italia. Los recursos económicos que este le proporcionarían le permitirían asentarse firmemente en el poder y afirmar su superioridad sobre el resto de reyes europeos. Inicialmente intentó subyugar a Lombardía a través de la elección personal de los candidatos a sus sedes episcopales, pero el papado se impuso a los designios del emperador impidiendo esta intromisión secular y más después de haber superado con éxito la reciente Querella de las Investiduras (que a principios del siglo XII había enfrentado por este mismo motivo al papado y el emperador del imperio).

Finalmente Federico I fue coronado emperador en 1155 solo tras llegar a un acuerdo con el papado, en el que se comprometía a no aliarse con los Normados u otros enemigos del Papa, que le permitieran conquistar Italia. Ahora Federico ya podía reclamar sus derechos sobre Lombardía, e instaló en sus ciudades a sus propios delegados y les impuso a sus habitantes importantes tasas feudales. Esto causó que los italianos y el papado sintieran un profundo malestar que se reflejaría en la elección del siguiente Papa. Cuando Federico apoyó la elección del Papa Víctor IV en 1159, los cardenales elegirían como Papa a Alejandro III, el cual excomulgaría al emperador y en consecuencia el Reino de Italia dejó de reconocerlo como tal, recuperando su anterior independencia. Tras una primera campaña exitosa contra los lombardos, Federico fue derrotado en Legnano en 1176 y forzado a reconocer al Papa electo.

Aunque Federico I no consiguió mantener el control sobre el imperio, si que como rey de Alemania logró imponer un fuerte poder centralizado. También fueron muy importantes sus gestiones diplomáticas y alianzas con otros países que permitirían que su nieto Federico II se convirtiera en heredero del Sacro Imperio Romano y del Reino de Sicilia.

JF

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