Como sabrán los que leen este blog de vez en cuando, los detalles de la divulgación de ciertas noticias científicas me fascinan. Es curioso cómo noticias anodinas son elevadas a la categoría de grandes descubrimientos científicos y sin embargo otras pasan completamente desapercibidas. Otras muchas son distorsionadas hasta terminar siendo irreconocibles y algunas son rescatadas de los baúles de las hemerotecas por causas que se me escapan.
Hoy me gustaría comentar un par de noticias que han recorrido la red a lomo de twiteos, feeds y demás exabruptos 2.0. La primera es la que tiene que ver con el descubrimiento de hielo fresco en el asteroide 24 Themis, aparecido en Nature. El descubrimiento es importante por inesperado, ya que para explicar la presencia de hielo puro en la superficie deben invocarse mecanismos erosivos (micrometeoritos) poco comprendidos hasta la fecha, ya que si no, debido a la distancia a la que se encuentra Themis del Sol, el hielo se habría sublimado en poco tiempo. Hasta aquí todo fantástico, pero el problema surge cuando leemos titulares del estilo de "los astrónomos descubren el primer asteroide cubierto de hielo", "se descubre un asteroide de materia orgánica y hielo" o "se descubre un asteroide de hielo que podría explicar el origen de la vida en la Tierra".
A ver, cualquiera que se informe un poco sobre los cuerpos menores del Sistema Solar (¿Wikipedia?) sabrá que no hay una línea clara que separe los asteroides de los cometas. Esa imagen mental que tenemos en la que los asteroides son cuerpos rocosos y los cometas bolas de hielo es acertada pero poco precisa. Existe todo un continuo de posibles objetos, con los asteroides "metálicos" en un extremo y los cometas helados en el otro. La presencia de materia orgánica (condritas carbonaceas) y hielos (no sólo de agua) en asteroides es algo de sobras conocido y muy común a medida que nos alejamos del Sol, aunque bien es cierto que en el caso del hielo "asteroidal" sólo se ha podido detectar desde la Tierra recientemente. Sin embargo, para la noticia de 24 Themis, todos los MCW (Mecanismos de Comprobación de la Wikipedia) fallaron uno tras otro, generándose una bola de nieve -nunca mejor dicho- que iba distorsionando y agigantando la noticia a cada titular. Lo sorprendente del caso de 24 Themis no es el hielo -y menos aún la materia orgánica-, sino la pureza del mismo teniendo en cuenta la distancia a la que se encuentra el asteroide. Pero lo más fuerte del caso es que no se trata siquiera de un descubrimiento nuevo, ya que los datos de 24 Themis se conocieron el año pasado, aunque es ahora cuando aparece el artículo en Nature. Una vez más, nos enfrentamos al Efecto Hielo (TM), que es aquél que tiene lugar cada vez que una noticia astronómica lleva asociada la palabra "hielo" o "agua". ¿Cuándo nos daremos cuenta de una vez por todas que el agua es uno de las sustancias más comunes del Sistema Solar?
La otra noticia que me ha sorprendido por su tratamiento mediático tiene que ver con la materia oscura, "eso" que compone el 32% de nuestro Universo y que no tenemos ni idea qué es. No en vano, muchos piensan que la materia oscura es el principal desafío de la física y la cosmología del siglo XXI. En cualquier caso, son muchos los experimentos en marcha para detectar partículas oscuras. Uno de ellos, DAMA, anunció recientemente que habían detectado una pequeña modulación anual en sus resultados preliminares, lo que implica que el movimiento de la Tierra alrededor del Sol podría estar influyendo en el flujo de partículas oscuras que llegan al experimento. Hasta aquí todo muy interesante, aunque en absoluto concluyente. Y es entonces cuando leo titulares como "descubierta la materia oscura" o "resuelto el misterio de la materia oscura". Es cierto que esta noticia no ha tenido la repercusión del hielo de Themis, pero no deja de ser sorprendente cómo se ha transformado la información inicial, especialmente teniendo en cuenta que, aún tomando como buenos los resultados preliminares de DAMA, todavía queda mucho para saber qué tipo de partículas forman la materia oscura. De hecho, los resultados podrían explicarse con dos tipos de partículas de características opuestas, unas masivas (más de 100 GeV) y otras muy ligeras (5-10 GeV). Aunque el marco teórico favorece a las partículas oscuras masivas, otros experimentos (CRESST) parecen descartarlas. En definitiva, nunca antes hemos estado más cerca de descubrir por primera vez alguna de estas partículas misteriosas, pero al mismo tiempo los resultados experimentales ponen en jaque a la inmensa mayoría de modelos teóricos. Por supuesto, una vez detectadas, habría que determinar cuál es su naturaleza (neutralinos, axiones, etc.).
Resumiendo, y aunque pueda ser paradójico, en esta era de la información instantánea cada vez se hace más difícil separar noticias realmente importantes de aquellas que no lo son tanto.
(Por cierto, el recomendable blog Experientia Docet también se hace eco de la noticia del hielo de 24 Themis).
¡Asteroides!.
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