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Friday, April 16, 2010

Obama y la NASA: seguimos en la Tierra

Ayer el presidente Obama dio un esperado discurso en el Kennedy Space Center para explicar cuál será el rumbo de la NASA en los próximos veinte años. Aunque la prensa se ha hecho eco de posibles misiones a Marte en unas décadas, la realidad es que el "nuevo" plan no contiene novedades significativas con respecto al que conocimos el pasado febrero. Resumiendo, toda una decepción para los que creemos en la exploración tripulada del espacio. No obstante, para entender mejor las palabras de Obama quizás convenga recapitular un poco.

En 2004 y a raíz del accidente del Columbia, el Presidente George Bush propuso la nueva Visión para la Exploración Espacial (VSE). La VSE desembocaría en el Proyecto Constellation (CxP) cuyo objetivo principal era el retorno a la Luna. El CxP preveía a corto plazo la sustitución del transbordador por una cápsula convencional (Orión) lanzada mediante un cohete derivado de tecnologías del shuttle (Ares I). Posteriormente se desarrollaría un lanzador pesado (Ares V) y un módulo lunar (Altair) que permitirían llevar a cabo los viajes lunares. Se trataba de un plan sólido y con un objetivo definido, pero que adolecía de un grave defecto, y es que el presupuesto de la NASA era claramente insuficiente para hacerlo realidad. Se podría construir el Ares I y la Orión a bajo coste en un primer momento, pero dejando el grueso del pastel presupuestario -el desarrollo del Ares V y Altair- a posteriores administraciones, lo que se podía considerar una clara invitación a su cancelación por el siguiente gobierno de turno, como de hecho ha sido el caso. Nada más ser elegido Obama, era evidente que el Programa Constellation no podía seguir adelante. No sólo era que la construcción del Ares V y el Altair estuviese por encima de las capacidades de la NASA, sino que en seis años la agencia estadounidense se había mostrado incapaz de diseñar un cohete mediano como el Ares I. La propia Orión -a priori el elemento más sencillo de construir- había sufrido múltiples retrasos y sobrecostes. Para vislumbrar posibles soluciones a este embrollo se creó la Comisión Augustine, cuyo objetivo era estudiar qué podía hacer realmente la NASA con el presupuesto disponible. El informe final de la Comisión apareció el octubre pasado y resultó devastador: la NASA no podría viajar a la Luna o a Marte en el futuro próximo con el actual presupuesto. Punto y pelota. Se acabó el juego. Sin embargo, había una opción en el informe lo suficientemente abierta para poder llevarse a cabo con ligeros incrementos en el presupuesto de la NASA. Esta opción era la 5A ó 5B del informe, más conocida como Camino Flexible. Este esquema renunciaba a la superficie lunar o marciana, pero abogaba por misiones fuera de la órbita baja a partir de 2020 hacia los Puntos de Lagrange, asteroides cercanos o las lunas de Marte. Todo apuntaba a que Obama se decantaría por una variante del Camino Flexible.

Pero llegó febrero y con él los presupuestos de la NASA. La sorpresa fue mayúscula: no sólo no aparecía el Camino Flexible por ningún lado, sino que además se cancelaba la nave Orión. Nada de lanzadores pesados para realizar misiones fuera de la órbita baja y, por lo tanto, adiós a los cohetes Ares, la Luna y Marte. A cambio, la iniciativa privada sería la encargada de desarrollar las naves y lanzadores para alcanzar la ISS hasta 2020 con la generosa ayuda del estado. Mientras tanto, los astronautas norteamericanos deberían viajar en Soyuz rusas. Más allá de 2020 se presentaba un horizonte incierto para la NASA. Más que un plan, estábamos ante una verdadera debacle del programa tripulado estadounidense, aunque la fe ciega en el sector privado ha generado un aluvión de alabanzas a este modelo. Pero no todo el mundo estaba contento. Los miles de empleados de la NASA que se quedarían en la calle suponían todo un desafío político en plena crisis mundial, por lo que pronto el Congreso empezó a presionar para cambiar el rumbo trazado por Obama -sin mucho éxito, todo sea dicho-.

Y aquí llegamos al discurso del presidente ayer en Florida. ¿Ha cambiado algo? Pues, como dijimos al principio, básicamente nada. Pero analicemos los puntos principales de la declaración:

- Adiós a la Luna: Obama ha sido el primer presidente que ha dejado claro que no habrá viajes tripulados a la Luna -al menos a su superficie- en el futuro. "Ya hemos estado allí", dijo en el discurso de ayer.

- Orión Zombi: la única sorpresa ha sido la resurrección de la cápsula Orión como vehículo de emergencia para la ISS. Efectivamente, esta Orión Lite sería lanzada sin tripulación y permanecería varios meses acoplada a la estación espacial internacional. El objetivo de este movimiento es triple. Por un lado, se intenta calmar así al Congreso y se dota a la NASA de un vehículo, que aunque no sea tripulado, podría modificarse para ser lanzado con personas en "poco" tiempo llegado el caso, manteniendo unos cuantos puestos de trabajo en la agencia espacial. Por otro lado, aunque no se elimina la dependencia de Rusia, la "Orión Zombi" permitirá reducir las exigencias de las futuras naves tripuladas privadas, al no hacer falta que permanezcan acopladas a la ISS durante seis meses. Por último, desarrollar una Orión Zombi costará más o menos lo mismo que indemnizar a Lockheed-Martin por la cancelación de los contratos del CxP, así que mejor usar el dinero para algo útil. Por supuesto, esta nave podría convertirse en el germen de una nave tripulada que pueda viajar más allá de LEO si el clima político lo permite o si la iniciativa privada fracasa a la hora de desarrollar un vehículo orbital tripulado.

- Finalizar el diseño de un lanzador pesado en 2015: el lanzador pesado (HLV) es la clave de cualquier programa serio y es la "prueba de fuego" que nos permite diferenciar planes reales de fantasías huecas de cara a la galería. Sin un cohete con capacidad en LEO para 50-75 toneladas como mínimo, no hay misiones tripuladas fuera de la órbita terrestre que valgan -exceptuando excursiones a los puntos de Lagrange y, con suerte, a la órbita lunar-. Y la realidad es que el "plan" de Obama no hace alusión alguna a un HLV, ni siquiera al Ares V Lite recomendado por la Comisión Augustine o a un lanzador basado en el shuttle (SDHLV). Pero como no mencionar a un HLV sería reconocer explícitamente que estamos hablando de un plan hueco, la administración nos dice que se va a financiar el diseño -que no construcción ni desarrollo- de un HLV genérico. El diseño de este cohete deberá estar listo en 2015, es decir, durante la siguiente administración. Si Obama no es reelegido y la crisis económica no remite claramente, que nadie se extrañe si este cohete de papel es cancelado dentro de unos años como lo fue el Ares V. Por supuesto, estos planes de HLV no son más que otra excusa para conservar más puestos de trabajo en la NASA y mantener el Congreso a raya.

- Misión a un asteroide en 2025: la bomba de la noche. Cuando Obama mencionó este punto, todo fueron aplausos. El Camino Flexible había vuelto. Pero hagamos de abogado del diablo por un momento. ¿Con qué naves se va a realizar esta misión? No creo que las naves privadas puedan viajar fuera de LEO sin una ingente inversión económica, y la Orión Zombi también debería ser modificada para una misión de este tipo. Pero, por encima de todo, sin un HLV una misión a un asteroide se vuelve extremadamente compleja. ¿Habrá disponible un HLV para 2025? Puede que sí, puede que no.

- Misiones a Marte a partir de 2030: más aplausos, pero, cuidado, se trata de misiones a la órbita de Marte, no a su superficie. Al igual que en el punto anterior, sin un HLV no se podrá llevar a cabo una misión a Marte, por muy orbital que ésta sea. Bajo este esquema, no veremos una misión tripulada a la superficie de Marte en nuestra vida.

Desgraciadamente, no se mencionó ningún proyecto sólido de colaboración internacional -algo que muchos esperaban- ni tampoco misiones no tripuladas ambiciosas -recogida de muestras marcianas, telescopios espaciales, etc.-, proyectos que hubiesen mitigado la sensación de estar ante el principio del desmantelamiento del programa espacial tripulado norteamericano.

En definitiva, el nuevo esquema -me niego a denominarlo "plan"- de la NASA es mejor que lo que ya conocíamos -difícilmente podría ser peor-, pero que nadie se llame a engaño: los planes para misiones fuera de la órbita baja requieren naves reales y cohetes reales, vehículos que no aparecen por ningún lado en esta nueva propuesta, más allá de vagas promesas de futuro. Obama ha logrado endulzar la amarga píldora de los presupuestos del pasado febrero con la remota posibilidad de viajar fuera de la Tierra dentro de quince años. Pero claro, 2025 queda muy lejos.


"No, you can't" (spaceflightnow.com)

PS: el debate sobre el futuro de la NASA está empañado -especialmente en los EEUU, pero también aquí- por las opiniones encontradas ante la figura de Obama. No es mi intención entrar a analizar la política estadounidense en este blog, ni tengo nada en contra de Obama, más allá de su, hasta el momento nefasta, política espacial.

Ver el discurso de Obama.

Transcripción del discurso.

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