Roncesllaves al oeste y Le Perthus al este fueron los puntos de penetración del Islam en tierras galas. La victoria de Carlos Martel en el 732 detuvo el avance y dio lugar a una contraofensiva que llevó a los francos a atravesar los Pirineos y a la conquista de una serie de territorios que les sirvieran de colchón ante futuros ataques musulmanes. Las nuevas adquisiciones quedaron fácilmente consolidadas, en parte por la debilidad de los musulmanes en regiones tan lejanas de su núcleo de acción (de hecho muchas de estas zonas aunque fueron conquistadas, no fueron ocupadas militarmente), en parte por la colaboración de la población local en su expulsión y en parte por la belicosidad innata que pueblos como los vascones seguían manteniendo desde tiempos inmemoriales frente a cualquier intento invasor.
A diferencia de otras marcas carolingias, la Marca Hispánica queda dividida en una serie de condados independientes al frente de los cuales se colocarían a miembros de la antigua nobleza visigoda o de origen franco cuyos méritos militares así como su fidelidad fuera del gusto de los dominadores, quedando siempre con una relación de tipo vasallística respecto a la monarquía franca.
A lo largo del siglo IX, estos condados fueron haciéndose cada vez mas autónomos dejando de rendir vasallaje y muchos de ellos comenzaron a tener aspiraciones independentistas conforme la monarquía carolingia daba signos de desintegración. Así, a partir de pequeños enclaves fronterizos fueron surgiendo el Reino de Pamplona, el Reino de Aragón que absorbería los marquesados carolingios de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza (y muy posteriormente haría lo propio con Pallars, Urgell y Rosellón) y el Condado de Cataluña que ya a principios del siglo X se había anexionado los condados de Ausona y de Gerona y en los primeros años del XII hacia lo propio como Besalú, Ampurias y Cerdaña (unos mediante alianzas matrimoniales, otros por medio de la fuerza).
Jose
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