El estudio de viabilidad de un lanzador pesado (HLV) ya se contemplaba en el plan inicial de la administración Obama publicado a principios de año, así que estos contratos no son ninguna novedad. En los últimos meses hemos asistido a una batalla entre la Casa Blanca y el Congreso para asegurar el desarrollo de algún tipo de cohete de gran tamaño que permita mitigar el efecto de los despidos masivos en el Centro Espacial Kennedy (y otros centros de la NASA, como el Marshall) a partir de la retirada del transbordador el próximo año.
Francamente, creo que estos estudios no son más que una pantomima para acallar las voces disidentes con la nueva política espacial. En las décadas pasadas se han realizado decenas de estudios sobre lanzadores pesados, desde la SEI de Bush padre hasta el reciente ESAS del Programa Constellation. En todos ellos se analizaron detenidamente las posibles configuraciones de un vehículo de grandes dimensiones, incluyendo lanzadores directamente derivados del transbordador espacial (SD-HLV). Dicho de otra forma: si la NASA quiere desarrollar un lanzador pesado, puede hacerlo ya mismo, sin necesidad de estudios previos. El problema, claro está, es que esta decisión supondría invertir dinero ahora, algo a lo que la Casa Blanca se opone por completo.
De todas formas, el principal inconveniente de un HLV es que actualmente carece de un objetivo definido. Sin dinero para realizar un programa de exploración más allá de la órbita baja, veo muy negro su futuro.
Una propuesta de SD-HLV (Wikipedia).
Las empresas ganadoras son:
- Aerojet General Corp.
- Analytical Mechanics Associates.
- Andrews Space.
- Alliant Techsystems.
- Boeing Co.
- Lockheed Martin Corp.
- Northrop Grumman Systems Corp.
- Orbital Sciences Corp.
- Pratt & Whitney Rocketdyne.
- Science Applications International Corp.
- Space Exploration Technologies Corp.
- United Launch Alliance.
- United Space Alliance.
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