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Tuesday, November 30, 2010

Lanzando la Orión

Tras la cancelación del cohete Ares I, la nave Orión ha logrado continuar con su desarrollo. Pero sin un lanzador adecuado, está claro que no podrá llegar muy lejos. ¿Qué otros cohetes podrían lanzar esta nave? No es que haya mucho donde elegir. Con una masa que supera las 20 toneladas, los únicos vectores norteamericanos capaces de levantar la Orión del suelo son los EELV Atlas V y Delta IV, ambos operados actualmente por la empresa United Launch Alliance (ULA).


Comparativa entre el shuttle,Ares I y el Delta IV Heavy con la Orión (ULA/NASA).


Montaje donde vemos una Orion lanzada por un Delta IV Heavy (nasaspaceflight.com).

El problema es que una Orión tripulada con la torre de escape (LAS) queda fuera de las posibilidades del Atlas V, aunque el Delta IV Heavy sí que sería capaz de llevar a cabo esta tarea con abundantes modificaciones. Evidentemente, si se desarrollan nuevas versiones más potentes de estos lanzadores no existiría ningún inconveniente, pero entonces estaríamos ante un presupuesto más elevado. Por otro lado, si finalmente la Orión sólo se desarrolla como vehículo de emergencia para la ISS, no existiría ningún problema, ya que sería lanzada sin tripulación y, por tanto, sin LAS. Otra opción que ha ganado popularidad estos meses es desarrollar una versión ligera (Orion Lite) de la nave, lo que permitiría lanzarla incluso con el Atlas V.

En todo caso, los cambios más esenciales son obvios. Por un lado, se debe dotar a las instalaciones de lanzamiento de un sistema de acceso de la tripulación a la nave y, además, el cohete debe ir equipado con un sistema de detección de emergencias (EDS) capaz de alertar inmediatamente a los sistemas de la Orión en caso de que algo vaya mal. El Delta IV se lanza desde la rampa SLC-41 y el Atlas V desde la SLC-37B, situadas ambas en la base de Cabo Cañaveral. Aunque operados comercialmente por ULA, estos lanzadores fueron desarrollados conjuntamente con la Fuerza Aérea (USAF). El coste de desarrollo de estos vehículos fue de 2700 millones de dólares para el Delta IV y 1800 millones para el Atlas V, de los cuales el gobierno federal aportó 1200 millones. Estos lanzadores son actualmente el único medio que tienen los militares estadounidenses para poner en órbita sus grandes satélites, motivo por el cual es difícil que cedan, aunque sea parcialmente, el control de las instalaciones de lanzamiento a la NASA.

Por eso quizás lo más satisfactorio para ambas partes sería lanzar los EELV desde las rampas 39A y 39B de la NASA, pudiendo utilizar las instalaciones del Centro Espacial Kennedy, especialmente el enorme VAB. De esta forma no se abandonarían estas famosas infraestructuras, incluyendo la plataforma MLP recientemente modificada para ser usada con el Ares I.


Recreación de un Delta IV Heavy con la Orión en las instalaciones de la NASA del Centro Espacial Kennedy (ULA).


Un Atlas V podría lanzar una Orion Lite sin problemas desde el KSC (ULA).

Sin embargo, en caso necesario se podría lanzar la Orión desde cualquiera de las rampas tradicionales, siempre y cuando se realizasen importantes modificaciones, incluyendo la inclusión de un sistema de escape para la tripulación en la rampa.



Modificaciones para lanzar una Orión tripulada con el Atlas V desde la rampa SLC-41 (ULA/NASA).





Modificaciones y flujo de trabajo (dos opciones) para lanzar una Orión tripulada con el Delta IV Heavy desde la rampa SLC-37 (ULA/NASA).

Tanto el Delta IV como el Atlas V podrían incorporar en las misiones tripuladas una segunda etapa criogénica con cuatro motores RL-10 (lo que permitiría completar la misión incluso si alguno de ellos fallase), o bien un J-2X desarrollado para el Ares I. De todas formas, la opción favorita sería usar el Delta IV Heavy sin segunda etapa, con la Orión conectada directamente al CBC central. Si finalmente se desarrolla una Orion Lite, ésta sería la configuración idónea. En el caso de un lanzamiento tripulado, mucho se ha hablado estos años sobre la capacidad del sistema de escape (LAS) para rescatar a la tripulación durante un despegue con un EELV. Pese a que habría que modificar ciertos parámetros, hoy en día está claro que éste no es un impedimento grave. También se requerirían una multitud de cambios menores en varios sistemas y componentes de los lanzadores para alcanzar el grado de seguridad exigido por la NASA.

No estamos ante una mera discusión técnica. Lo que está encima de la mesa es la capacidad de la NASA para mantener la independencia en el acceso tripulado al espacio. Recordemos que el plan comercial puesto en marcha por la administración Obama dejaría este acceso en manos de empresas privadas. Pese a que el desarrollo de los nuevos vehículos tripulados "comerciales" se está financiando con dinero público, la NASA sería un mero cliente y no poseería el control sobre las naves o las infraestructuras. Vamos, como un "plan de rescate" económico de esos que están tan de moda actualmente, pero a lo espacial.

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