Un enorme seísmo de magnitud 8,9 ha golpeado la costa noreste de Japón, provocando un tsunami con olas de hasta 10 metros que está arrasando todo lo que encuentra a su paso, incluidas casas, coches, granjas incendiadas y embarcaciones. Los incendios se reproducen en más de 80 ciudades.
La cifra de fallecidos en el brutal seísmo que ha azotado hoy Japón asciende a varios centenares. Sólo en el área de Sendái, la policía ha localizado entre 200 y 300 cuerpos. El terremoto ha alcanzado una magnitud de 8,9, provocando un tsunami con olas de hasta 10 metros que ha arrasado a su paso casas, coches, granjas y embarcaciones.
Incluso un tren de pasajeros y un barco con 100 pasajeros han sido engullidos por la corriente. Los incendios se reproducen en más de 80 ciudades.
El epicentro se ha situado a 130 kilómetros de la costa y una profundidad de 10 kilómetros. Los transportes se encuentran suspendidos, incluido el tren bala y los aeropuertos, así como las líneas de teléfono, que están sufriendo cortes desde que se produjo el seísmo.
Ha habido varias réplicas muy fuertes. En la capital, Tokio, los edificios se han sacudido violentamente. Indonesia emitió posteriormente una alerta de tsunami para el noroeste del país.
Apenas media hora después del primer terremoto, se ha producido una réplica de 7,1 grados, con epicentro en el Pacífico a 100 kilómetros de la provincia de Ibaraki, al sur de donde se produjo el primer seísmo.
El Servicio Geológico de Estados Unidos informó previamente de un seísmo de magnitud 7,9 e indicó que su epicentro se ubicó a 24 kilómetros de profundidad y a 130 kilómetros al este de Sendai, Honshu. Posteriormente lo actualizó a magnitud 8,9.
La costa noreste de Japón, llamada Sanriku, ha sufrido el impacto de terremotos y tsunamis en el pasado, y el miércoles se registró un seísmo de magnitud 7,2.
En 1933, un seísmo de magnitud 8,1 en el área causó unos 3.000 muertos, y el año pasado algunas instalaciones pesqueras resultaron dañadas después de un tsunami causado por un terremoto en Chile.
Los temblores son comunes en Japón, una de las áreas con mayor actividad sísmica del mundo. En el país ocurren cerca del 20 por ciento de los seísmos de magnitud 6 o superior que ocurren en el mundo.
El “tsunami”, como el desatado tras el potente terremoto registrado hoy en Japón, es una gran ola o una serie de olas producidas en una masa de agua por el empuje violento de una fuerza que la desplaza verticalmente.
Este término es de origen japonés -compuesto de “tsu” que significa “puerto” y de “nami” que significa “ola”- y fue adoptado en un congreso de 1963.
Las olas que forman el “tsunami” llegan a la costa separadas entre sí por unos quince o veinte minutos.
La primera no suele ser la más alta, sino que es muy parecida a las normales; después se produce un impresionante descenso del nivel del mar seguido por la primera ola gigantesca, y a continuación por varias más.
Antiguamente se les llamaba “marejadas”, “maremotos” u “ondas sísmicas marinas”, pero estos términos han ido quedando obsoletos, al no describir adecuadamente el fenómeno. Los dos primeros implican movimientos de marea, un fenómeno diferente provocado por la atracción gravitacional ejercida por los planetas, el Sol y la Luna.
Los terremotos son la mayor causa de “tsunamis”, aunque también pueden provocarlos volcanes, meteoritos, derrumbes costeros o subterráneos e incluso explosiones de gran magnitud.
Para que un terremoto origine un “tsunami” el fondo marino debe ser movido abruptamente en sentido vertical, de modo que el océano es impulsado fuera de su equilibrio normal. Cuando esa inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se generan las olas.
El tamaño del “tsunami” está determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo marino.
Existen escalas para describir la energía de los “tsunamis”, aunque, a diferencia de los terremotos, se basan fundamentalmente en las manifestaciones en la costa.
Aunque no hay mecanismos para predecir terremotos, sí los hay para alertar del “tsunami” antes de su llegada a la costa, pues su velocidad de propagación es mucho menor que la de las ondas sísmicas.
La alerta de “tsunamis” funciona eficazmente y desde hace años en Japón y en EEUU. El sistema de alarma en el Pacífico se estableció después de que en 1946 el “tsunami” que siguió a un terremoto en las islas Aleutianas causara 165 muertos en Hawai y Alaska.
Aunque cualquier océano puede experimentar un “tsunami”, es más frecuente que ocurran en el Pacífico, cuyas márgenes son asiento de terremotos de magnitudes considerables (especialmente las costas de Chile, Perú y Japón). Sin embargo, también hubo olas gigantes importantes en el Atlántico e Indico, y en el mar Mediterráneo.
Un gran “tsunami” acompañó los terremotos de Lisboa en 1755, del Paso de Mona de Puerto Rico en 1918 y de Grand Banks de Canadá en 1929.
El seísmo de Lisboa, el 1 de noviembre 1755, tuvo su epicentro en el mar, al suroeste del Cabo San Vicente, y sus olas de doce metros arrasaron las costas de españolas Huelva y Cádiz causando unos 2.000 muertos.
El “tsunami” más devastador hasta ahora ocurrió el 26 de diciembre 2004, tras un terremoto de 8,9 grados en la escala Richter con epicentro frente a la isla indonesia de Sumatra, y causó casi 230.000 muertos, la mayoría de ellos en Indonesia, aunque también afectó a Sri Lanka, India, Tailandia, Somalia y las Islas Maldivas, entre otros países.
Fuente: La Información, Noticias24, The Guardian
Jose
La cifra de fallecidos en el brutal seísmo que ha azotado hoy Japón asciende a varios centenares. Sólo en el área de Sendái, la policía ha localizado entre 200 y 300 cuerpos. El terremoto ha alcanzado una magnitud de 8,9, provocando un tsunami con olas de hasta 10 metros que ha arrasado a su paso casas, coches, granjas y embarcaciones.
Incluso un tren de pasajeros y un barco con 100 pasajeros han sido engullidos por la corriente. Los incendios se reproducen en más de 80 ciudades.
El epicentro se ha situado a 130 kilómetros de la costa y una profundidad de 10 kilómetros. Los transportes se encuentran suspendidos, incluido el tren bala y los aeropuertos, así como las líneas de teléfono, que están sufriendo cortes desde que se produjo el seísmo.
Ha habido varias réplicas muy fuertes. En la capital, Tokio, los edificios se han sacudido violentamente. Indonesia emitió posteriormente una alerta de tsunami para el noroeste del país.
Apenas media hora después del primer terremoto, se ha producido una réplica de 7,1 grados, con epicentro en el Pacífico a 100 kilómetros de la provincia de Ibaraki, al sur de donde se produjo el primer seísmo.
El Servicio Geológico de Estados Unidos informó previamente de un seísmo de magnitud 7,9 e indicó que su epicentro se ubicó a 24 kilómetros de profundidad y a 130 kilómetros al este de Sendai, Honshu. Posteriormente lo actualizó a magnitud 8,9.
La costa noreste de Japón, llamada Sanriku, ha sufrido el impacto de terremotos y tsunamis en el pasado, y el miércoles se registró un seísmo de magnitud 7,2.
En 1933, un seísmo de magnitud 8,1 en el área causó unos 3.000 muertos, y el año pasado algunas instalaciones pesqueras resultaron dañadas después de un tsunami causado por un terremoto en Chile.
Los temblores son comunes en Japón, una de las áreas con mayor actividad sísmica del mundo. En el país ocurren cerca del 20 por ciento de los seísmos de magnitud 6 o superior que ocurren en el mundo.
El “tsunami”, como el desatado tras el potente terremoto registrado hoy en Japón, es una gran ola o una serie de olas producidas en una masa de agua por el empuje violento de una fuerza que la desplaza verticalmente.
Este término es de origen japonés -compuesto de “tsu” que significa “puerto” y de “nami” que significa “ola”- y fue adoptado en un congreso de 1963.
Las olas que forman el “tsunami” llegan a la costa separadas entre sí por unos quince o veinte minutos.
La primera no suele ser la más alta, sino que es muy parecida a las normales; después se produce un impresionante descenso del nivel del mar seguido por la primera ola gigantesca, y a continuación por varias más.
Antiguamente se les llamaba “marejadas”, “maremotos” u “ondas sísmicas marinas”, pero estos términos han ido quedando obsoletos, al no describir adecuadamente el fenómeno. Los dos primeros implican movimientos de marea, un fenómeno diferente provocado por la atracción gravitacional ejercida por los planetas, el Sol y la Luna.
Los terremotos son la mayor causa de “tsunamis”, aunque también pueden provocarlos volcanes, meteoritos, derrumbes costeros o subterráneos e incluso explosiones de gran magnitud.
Para que un terremoto origine un “tsunami” el fondo marino debe ser movido abruptamente en sentido vertical, de modo que el océano es impulsado fuera de su equilibrio normal. Cuando esa inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se generan las olas.
El tamaño del “tsunami” está determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo marino.
Existen escalas para describir la energía de los “tsunamis”, aunque, a diferencia de los terremotos, se basan fundamentalmente en las manifestaciones en la costa.
Aunque no hay mecanismos para predecir terremotos, sí los hay para alertar del “tsunami” antes de su llegada a la costa, pues su velocidad de propagación es mucho menor que la de las ondas sísmicas.
La alerta de “tsunamis” funciona eficazmente y desde hace años en Japón y en EEUU. El sistema de alarma en el Pacífico se estableció después de que en 1946 el “tsunami” que siguió a un terremoto en las islas Aleutianas causara 165 muertos en Hawai y Alaska.
Aunque cualquier océano puede experimentar un “tsunami”, es más frecuente que ocurran en el Pacífico, cuyas márgenes son asiento de terremotos de magnitudes considerables (especialmente las costas de Chile, Perú y Japón). Sin embargo, también hubo olas gigantes importantes en el Atlántico e Indico, y en el mar Mediterráneo.
Un gran “tsunami” acompañó los terremotos de Lisboa en 1755, del Paso de Mona de Puerto Rico en 1918 y de Grand Banks de Canadá en 1929.
El seísmo de Lisboa, el 1 de noviembre 1755, tuvo su epicentro en el mar, al suroeste del Cabo San Vicente, y sus olas de doce metros arrasaron las costas de españolas Huelva y Cádiz causando unos 2.000 muertos.
El “tsunami” más devastador hasta ahora ocurrió el 26 de diciembre 2004, tras un terremoto de 8,9 grados en la escala Richter con epicentro frente a la isla indonesia de Sumatra, y causó casi 230.000 muertos, la mayoría de ellos en Indonesia, aunque también afectó a Sri Lanka, India, Tailandia, Somalia y las Islas Maldivas, entre otros países.
Fuente: La Información, Noticias24, The Guardian
Jose
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