Tras la apabullante victoria en 1905 sobre los rusos, Japón quedó convencido de que su poder militar e industrial les permitiría convertirse en una de las principales potencias mundiales.
Durante la Primera Guerra Mundial, Japón se unió a los aliados y aunque su participación en la contienda fue escasa (aparte del envío de una pequeña fuerza naval al Mediterráneo), fueron recompensados con la posesión de varias islas del Pacifico pertenecientes a las colonias alemanas, así como diversas concesiones comerciales que Alemania poseía en China.
Japón en 1919 disponía de todos los mecanismos para convertirse en una gran potencia mundial, pero tenía serios problemas internos a los debía dar una solución:
En 1921-1922 se celebró una conferencia en la que se acordaba un desarme naval de Japón, de forma que el tamaño de la flota nipona fuera tan solo un 60% de la británica y de la de EEUU con el único objeto de proteger los intereses de estos últimos. Además se obligaba a Japón a no atacar el territorio chino. Todos estos condicionantes (al igual que el Tratado de Versalles tras finalizar la Primera Guerra Mundial), dio pie a un poderoso movimiento nacionalista que tarde o temprano tendría que romper dichas restricciones.
Con este panorama de tensiones internas e imposiciones externas, el ejército vio como única salida la expansión territorial y el objetivo más cercano y rico era Manchuria. Como resultado de la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, Japón ya poseía el control de parte del sur de Manchuria. Y aunque nominalmente seguía siendo territorio chino, los nipones hacia tiempo que venían invirtiendo gran cantidad de recursos para explotar la región. Sin embargo, hasta el momento habían evitado continuar la expansión por temor a las represalias de Europa y EEUU.
Las tropas japonesas comenzaron la ocupación de Manchuria en 1931-1932, lo cual fue el preludio de la Segunda Guerra Chino-Japonesa. Las fuerzas chinas en la región fueron incapaces de detener la invasión. La Liga de Naciones demandó a Japón que detuviera sus actividades pero sin ningún resultado y tampoco se le impuso ningún tipo de sanción. La situación era muy delicada y nadie quería ni podía realizar ningún tipo de acción que avocara a un nuevo conflicto internacional.
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JF
Durante la Primera Guerra Mundial, Japón se unió a los aliados y aunque su participación en la contienda fue escasa (aparte del envío de una pequeña fuerza naval al Mediterráneo), fueron recompensados con la posesión de varias islas del Pacifico pertenecientes a las colonias alemanas, así como diversas concesiones comerciales que Alemania poseía en China.
Japón en 1919 disponía de todos los mecanismos para convertirse en una gran potencia mundial, pero tenía serios problemas internos a los debía dar una solución:
- su sistema político aun operaba bajo una monarquía feudal.
- estaba forzada a importar todo tipo de materiales debido a la falta de recursos naturales propios.
- y disponía de una tasa de natalidad sumamente elevada la cual causaba un fuerte crecimiento del desempleo.
El mapa muestra la extensión del Imperio Japonés en 1933. Manchuria fue una importante región de recursos materiales que fue ampliamente disputada por Rusia.
En 1921-1922 se celebró una conferencia en la que se acordaba un desarme naval de Japón, de forma que el tamaño de la flota nipona fuera tan solo un 60% de la británica y de la de EEUU con el único objeto de proteger los intereses de estos últimos. Además se obligaba a Japón a no atacar el territorio chino. Todos estos condicionantes (al igual que el Tratado de Versalles tras finalizar la Primera Guerra Mundial), dio pie a un poderoso movimiento nacionalista que tarde o temprano tendría que romper dichas restricciones.
Con este panorama de tensiones internas e imposiciones externas, el ejército vio como única salida la expansión territorial y el objetivo más cercano y rico era Manchuria. Como resultado de la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, Japón ya poseía el control de parte del sur de Manchuria. Y aunque nominalmente seguía siendo territorio chino, los nipones hacia tiempo que venían invirtiendo gran cantidad de recursos para explotar la región. Sin embargo, hasta el momento habían evitado continuar la expansión por temor a las represalias de Europa y EEUU.
Las tropas japonesas comenzaron la ocupación de Manchuria en 1931-1932, lo cual fue el preludio de la Segunda Guerra Chino-Japonesa. Las fuerzas chinas en la región fueron incapaces de detener la invasión. La Liga de Naciones demandó a Japón que detuviera sus actividades pero sin ningún resultado y tampoco se le impuso ningún tipo de sanción. La situación era muy delicada y nadie quería ni podía realizar ningún tipo de acción que avocara a un nuevo conflicto internacional.
La Expansión japonesa había comenzada, y no se detendría hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
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