.:[Double Click To][Close]:.
Get paid To Promote 
at any Location





Wednesday, September 23, 2009

La Segunda Guerra Mundial Post 7.3 - Guadalcanal: La Batalla de Savo

Pocas horas después del desembarco norteamericano, mientras la guarnición japonesa reunía sus dispersas unidades y los marines cavaban trincheras y desembarcaban cientos de toneladas de material bélico y víveres, el vicealmirante Guinichi Mikawa reunió una pequeña flota, compuesta por 5 cruceros pesados, un crucero ligero y un destructor.

La misión de Mikawa era aniquilar la flota aliada de desembarco y sus transportes, a fin de aislar a las tropas desembarcadas e impedir su aprovisionamiento.



Durante su arriesgado viaje hasta Guadalcanal, la flota japonesa tuvo una gran suerte, puesto que no fue atacada, ni su posición fue correctamente localizada por la aviación americana. Así, Mikawa llegaba a la entrada del estrecho que separa las islas de Guadalcanal y Florida, una abertura de unos 25 kilómetros dividida en dos por un islote llamado Savo, el cual dio nombre a la batalla que siguió.

Los aliados no habían descuidado la vigilancia de ese estrecho, punto casi obligado de paso de los japoneses hacia Guadalcanal, pero una serie de circunstancias les pondrían en situación claramente desventajosa. Por una parte, el contralmirante Fletcher había comunicado a las fuerzas de desembarco que iba a alejar sus portaaviones de la zona, debido a la alta actividad aérea de los japoneses. Esta decisión, hizo que el contralmirante Turner, también procediera a retirar sus transportes, indefensos ante los probables ataques aéreos japoneses. Esta medida ponía en serios aprietos a las tropas desembarcadas, pues aun quedaba por desembarcar más de la mitad del material bélico y víveres.

En la zona aun quedaron seis cruceros pesados y seis destructores, una fuerza notablemente superior a la que conducía Mikawa.



A medianoche la escuadra japonesa avistó el islote de Savo y, minutos después, saltaba la alarma de la presencia del destructor Blue que se dirigía directo hacia ellos. Pero sorprendentemente cuando prácticamente estaba encima de ellos, viró en redondo y se perdió en la oscuridad. Increíblemente, ni sus serviolas, ni los equipos de radar les habían detectado.

Tras haber penetrado en el estrecho entre el islote Savo y Guadalcanal, Mikawa dio la orden al destructor Yunagi que abandonase la formación y persiguiera a al destructor Blue antes avistado.

Seguidamente, los serviolas japoneses detectaron dos nuevos navíos, el Canberra y el Chicago. Dos hidroaviones lanzados con anterioridad por Mikawa se encargaron de iluminar la zona, y 17 torpedos eran lanzados a continuación contra estos cruceros, totalmente ajenos a la tragedia. El Canberra fue alcanzado por dos torpedos, quedando herido de muerte y hundiéndose pocas horas después. El Chicago consiguió sortearlos, y en su huida detectó al navío Yunagi, el cual fue confundido con la flota nipona y procedió a su persecución, alejándose del meollo del combate.

El segundo choque de la noche se produjo solo diez minutos después. Increíblemente, el almirante japonés, aun logró sorprender a un segundo grupo de cruceros, que aunque se encontraban en alerta, los confundieron con navíos americanos. En una maniobra en parte fortuita, Mikawa formó dos columnas, entre las cuales quedaron atrapados tres buques aliados. La confusión fue tal que el Astoria ordenó interrumpir el fuego, pensando que se estaban cañoneando con barcos propios. El combate fue rápido y demoledor. Los buques japoneses lanzaron hasta 50 torpedos, y en algunos momentos la distancia entre los navíos resultó ser tan escasa que incluso entraron en liza las ametralladoras.

Los tres buques quedaron heridos de muerte, pero la mayor tragedia la sufriría el Quince que se hundiría con más de 370 hombres a bordo.

Los destructores americanos habían quedado inutilizados. Y en esos momentos Mikawa disponía de dos alternativas: regresar a Guadalcanal para eliminar los transportes de suministros que allí quedaban o largarse antes que la luz del día les convirtiera en una presa fácil para los portaaviones. Mikawa no podía saber que los temidos navíos de Fletcher se alejaban de la zona desde hacia horas y por otra parte, los informes del Cuartel General concedían escasa importancia al desembarco, el cual pensaban que mas que una invasión se trataba de una expedición de reconocimiento. Con estos condicionantes, Mikawa decidió abandonar la zona.

El balance total de la batalla: cuatro cruceros pesados hundidos en el bando norteamericano, frente a ninguno en el japonés. Impresionante para una batalla de tan solo una hora de duración.

A la mañana siguiente, la aviación japonesa hundiría un nuevo destructor, el Jarvis. Pero Mikawa en su huida no se iría de vacío, pues un submarino localizó la escuadra hundiendo al crucero Kako.

Y sin embargo, aunque el balance de la batalla fue netamente favorable para los japoneses, no decidió nada. Las tropas en Guadalcanal no habían sido atacadas ni aisladas. Los Marines, aunque no muy sobrados de pertrechos, estaban ya bien afianzados en tierra, eran tres veces superiores en numero a los japoneses, e incluso disponían de muchas mas armas, municiones y víveres que sus enemigos.


Este articulo consta de 3 post:

El resto de la entradas de la serie pueden verse bajo la etiqueta Segunda Guerra Mundial

JF

No comments:

Post a Comment